La suya es una pintura expresiva y colorista. Tiene un estilo distintivo, entre surrealista y folclórico, siempre muy personal. En sus cuadros convive la ingenuidad formal con la sofisticación compositiva. Su infinita curiosidad ha hecho de Omara una artista ecléctica y de gran imaginación: “Tengo varios estilos, no sé cómo llamarlo. Voy incorporando cosas nuevas y mezclando. Me critican mucho a veces la falta de coherencia porque hay trabajos muy distintos entre sí. Yo creo que están unidos… no sé cómo y en qué punto”.
Por Lic. Camila Reveco
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Omara Serú (Mendoza, 1960) transformó su hogar en un atelier colectivo. Aquellos antiguos dormitorios ahora son talleres para artistas; en donde estaban sus hijos, ahora se encuentran sus colegas. Otro tipo de familia, uno podría argumentar. “Es una casa abierta, una pequeña comunidad diurna” prefiere decir, en tono pausado y sereno. Así es cómo Omara, motivada por un sentimiento tan bohemio como pragmático, desde 2010, supo convertir aquella casa de San José en un espacio para distintas actividades culturales como recitales y, por supuesto, exposiciones; en donde diferentes artistas han encontrado un lugar para trabajar.
El trato con ella es simple, transparente y directo. De carácter reflexivo y a su vez espontáneo, de actitud tranquila y a su vez convincente, siempre supo qué estudiar, siempre supo que quería pintar; y por eso mismo buscó herramientas en la facultad de arte (UNCuyo). Recibida con título de honor, reconoce los “problemas y defectos” de la educación formal, pero también destaca su importancia, sus aspectos positivos, en especial a la hora de construir disciplina: “Te entrena en la constancia y en la presión que tenés que asumir para rendir exámenes, por ejemplo” dice, y agrega: “hay profesores buenos que efectivamente te ayudan a pensar, a desarrollarte, y hay otros que no”.
Lo lúdico es fundamental en su obra; cuando pinta, se permite jugar, imaginar y fantasear. “Eso siempre ha sido esencial para el arte”, comenta la artista, que luego va a detenerse en desarrollar lo que significa, desde su punto de vista, el arte de la pintura, en su sentido más ontológico:
“La pintura tiene cuerpo, sin descreer para nada en el concepto, pero creo que no puede ser lo único, porque de serlo el arte de la pintura se muere, sería otra cosa, habría que denominarlo de otra manera. El arte de la pintura es color, pincelada, textura, todo lo que se ve, todo lo que se toca, todo lo que se siente sin tocar. El cuerpo está presente, al igual que una presencia física, de la misma manera en la que dos seres humanos se trasmiten emociones y se comunican entre sí. Si vos estás con otra persona, tenés una sensación de comunicación indudablemente, y eso es lo que tiene que pasar con la pintura”.
En tiempos donde el discurso del arte contemporáneo y su arsenal de curadores, galeristas y filósofos intentan explicar que al arte ya no le importa la Belleza, que ésta se fue para no volver… Omara Serú, defensora acérrima de lo bello, vincula su pintura con ésta palabra:
“No veo por qué despreciar, menospreciar o suprimir el poder y la fuerza que tiene la Belleza, yo siempre voy a vincular ampliamente el arte a la belleza y me parece una magnífica concepción”.
-¿Esta búsqueda por la belleza será inherente a todos los seres humanos?
-Pienso que sí, eso decían los griegos y no creo que estén equivocados. En la actualidad la belleza no es un valor, no es un buen valor, digamos. En general, lo que dicen hoy que es arte no se sabe mucho a dónde apunta, o qué significa.