Está por exponer en Casa Brandon, de Buenos Aires, sus más recientes obras: un conjunto de retratos y autorretratos bajo el nombre de “Narcisa”. “Todo se articula a partir del espejo como dispositivo y óptica”, revela la pintora chilena, especializada en el inagotable género del retrato.
Por Lic. Camila Reveco
creveco@revistaophelia.com
“Siempre he trabajado el retrato. Es un género que me fascina por toda la complejidad que involucra. Es muy, muy complejo porque tiene mucho de psicología en su elaboración y planteamiento, involucra muchos elementos de la identidad. Estoy convencida de que es lo más difícil de representar en pintura y el más rico en su significación”.
Lo dice Ofelia Andrades, joven pintora chilena que desde el comienzo de su carrera artística ha volcado su interés por el arte figurativo, y se ha inspirado en los grandes clásicos, pero que a través de una obra absolutamente contemporánea, logra reivindicar -y actualizar- el retrato y la pintura de escenas. El suyo, es un trabajo que invita a la exploración geográfica de los rasgos que tiene el rostro, que esconde -a su vez- un profundo estudio psicológico del alma humana, y en donde queda en evidencia la convivencia entre lo tradicional y lo nuevo.
Sin duda lo más novedoso de su contundente propuesta pictórica es la forma la que decide encarar cada retrato y la observación que tiene acerca de la mujer y el mundo femenino. “La mujer ha sido históricamente representada como un objeto, deshumanizada, no sexuada. Siempre la hemos visto en situaciones de pasividad e indefensión”, precisa la artista. Y es cierto: culturalmente ha sido propio del hombre mirar como sujeto y de la mujer ser mirada. La historia del arte ha sido una historia escrita por y para hombres en donde la mujer ocupó el lugar de objeto a contemplar -no fue sujeto activo de creación-. De ahí que, los nombres de Sofonisba Anguissola, Artemisia Gentileschi o Clara Peeters, -por sólo nombrar a tres- resulten para la mayoría de las personas una verdadera incógnita, cuando se trata de nombres de grandes, muy grandes, artistas. Hoy, diferentes colectivos se están animando a repensar cómo han sido vistas las mujeres por la historia del arte oficial y esa es, evidentemente, una lucha feminista. “Las mujeres nos conocemos a nosotras mismas a través de mujeres hechas por hombres”, sostuvo con razón Sheila Rowbotham, historiadora británica. La entrega de Ofelia Andrades es -en este sentido- considerable porque recorre, con su arte, los discursos contemporáneos alejándose de la hetero-normatividad, simboliza -por tanto- un aire fresco acerca de la representación de la mujer en la pintura en este comienzo de siglo, y contribuye así, a la deconstrucción, que nuestro tiempo demanda. “Me gusta siempre expresarme de acuerdo a mi manera de ver las cosas, conectarme y comunicar desde mi propia existencia en este mundo, desde este punto geográfico, siendo mujer y todo lo que eso conlleva también socialmente e históricamente para una pintora”, concluye.
-Naciste en Santiago de Chile pero viviste en Buenos Aires…
-Bueno sí; nací en Santiago de Chile y tenía un año cuando mis padres se fueron a Buenos Aires a vivir conmigo. La verdad que es muy especial crecer en otro país que no es el tuyo o el de tus padres porque te sientes “otro“, un “extranjero“. Pero tú sabes que los primeros años de infancia son prácticamente los más importantes de tu vida, estructuran un poco toda tu cabeza, tu imaginario y tu identidad. La mía quedó fragmentada o un poco indefinida. No conozco mucho el ambiente artístico de Buenos Aires pero estoy en proceso de conocer más porque me encanta y tengo un cariño inexplicable por esa ciudad.
-¿Qué palpaste del ambiente de esa ciudad?
-Crecer en esa cultura bonaerense me impregno para siempre y me hizo diferente. Yo tenía casi diez años cuando volvimos a Santiago de Chile. Fue allá que aprendí a hablar, cursé mi primera escolaridad, me alimenté, etc. Haber vivido y crecido entre Argentina y Chile me hace una persona diferente hasta el día de hoy. Nunca encajé mucho aquí en Chile como en su idiosincrasia, en su manera de ser culturalmente. Me hizo de mente abierta, me siento muy del Cono sur, muy latinoamericana pero a la vez del mundo. No soy patriótica, guardo un pequeño problema de identidad, por decirlo así. Me encanta todo lo que está pasando en Argentina en este momento respecto a los cambios abruptos que ha sufrido recientemente en la política y la respuesta que ha generado en la población. Generó un movimiento de reclamo social y derechos que está muy muy efervescente. Aquí estamos igual.
-¿La experiencia en Londres de qué forma enriqueció tu pintura?
-Uy, bueno vivir en Londres… una ciudad increíble culturalmente por supuesto que me cambió. Hubo un quiebre y un salto a la vez en mi persona. Mejoró muchísimo, diría yo, mi calidad pictórica. Me dedique a visitar los museos en busca de todas las obras maestras que podía ver. Hice un tour de dos meses por Europa y me repetí un par de ciudades y museos. Sin duda fue mejor que un magister o un doctorado en artes. Tenía todo el tiempo para investigar algo que ya había comenzado aquí: el aspecto más técnico de la pintura al óleo, los métodos antiguos la técnica de los maestros antiguos del barroco, el aspecto químico físico que tiene mucho que ver y está muy relacionado con la conservación de la obra. Un conocimiento que se perdió a partir de la Revolución Industrial, cuando se comenzó a vender todo envasado. Entonces ya ningún pintor tuvo que darse la molestia, ni le importó tampoco fabricar sus propios materiales, a todo lo que además las nuevas vanguardias aportaron a su extinción. Claro que me enriqueció mucho y por otro lado también me liberó artísticamente. Inglaterra es el país del conocimiento.
-¿Qué trabajos vas a exponer?
-Toda mí muestra se articula a partir del espejo como dispositivo y óptica. También alude al trastorno psicológico, lo cual tiene una relación o mención más autobiográfica, no porque yo sufra algún tipo de trastorno, sino porque estuve con mujeres que sí los tenían, sin darme cuenta del problema. El espejo y el reflejo es uno de los conceptos principales, y la temática principal -para mí- es una metáfora del autoanálisis. Según lo que entiendo, y he comprobado de mí propia experiencia, es que la auto representación no tiene nada que ver con la vanidad o el narcisismo como la gente tiende a creer, más bien es todo lo contrario para mí.
-¿Con qué tendrá que ver, entonces, la auto-representación?
-Me parece muy audaz y valiente la auto-representación porque implica poder mirarse, incluso escrutinarse. Es convertirse en un elemento de análisis y de ensayo pictórico. Requiere de una humildad y un sentido del humor especial. No es fácil y siempre recuerdo la primera vez que lo hice y lo extraño y difícil que se me hacía. No pude. Es tan desafiante y difícil enfrentarse a uno mismo que lo estoy practicando justamente por eso. Un autorretrato es como una terapia psicológica, es psicoanálisis. Es algo así como invitar al espectador a ponerse en mis zapatos y a la vez sentirse a sí mismo mirándose al espejo. Funciona como un “espejo metafórico”, eso me vuela la cabeza. El espejo además es un recurso tecnológico fundacional de este género. Hay una tensión entonces y un contrapunto respecto de estos recursos que son al fin y al cabo de “memoria” entre lo instantáneo de la cámara del celular y lo lento que es la observación directa del natural, que no registra lo instantáneo ni es espontáneo, sino más bien va registrando el paso del tiempo, en todas las sesiones que implica, y estaba en deuda o sentía una deuda con el retrato exclusivamente y en eso estoy ahora, retomándolo. También retomando el autorretrato al natural que demanda un método diferente y que he querido poner en práctica. Hay un cruce y una relación extraña en los retratos que estoy pintando que vienen de una experiencia de un autorretrato frente al espejo. Una especie o sub sub género nuevo y de estos tiempos. Y aquí hay otro concepto, que está relacionado con la óptica y los dispositivos que ayudan a la creación de imágenes, pero que fue sumando un significado súper metafórico o simbólico.
-¿Cómo es esto de trabajar con el espejo, qué implica?
-La pintura con el tiempo fue sumando recursos técnicos para la producción de imágenes, y uno indispensable para el autorretrato es el espejo (es muy barroco). Todos los dispositivos están juntos (el ojo, el espejo que es un marco, la fotografía que congela todo lo que ve el ojo, y el celular, que es de uso cotidiano y fácil de usar, que es instantáneo, tiene una pantalla que nuestra el encuadre, el resultado final). Tiene la particularidad de ser una mirada muy conectada con lo contemporáneo de las “selfies, autorrepresentaciónes” (que ha venido para quedarse y a reemplazar al “diario de vida” para las artistas visuales). Y el retrato o el autorretrato en este caso del natural, que es algo un poco más clásico y que recuerda a este género antiguo.
-Tu forma de pintar parece de otro tiempo…
-No sé bien, pienso que mi forma de pintar más clásica también responde a una personalidad y una manera de ser. Pero por supuesto no está exento aquí de las influencias que he tenido en mis estudios. Estudio desde los once años. Pasé por tres escuelas, y digamos que la última fue la Universidad de Chile. Quizás la más influyente por su modelo francés, muy fuertemente cargada a la pintura del siglo XIX, a esos marcos teóricos y filosóficos estéticos, por lo menos en el taller de pintura. Tenemos la herencia que tenemos de la pintura europea, somos una extensión tardía de eso. A mí me gusta mucho citar a los grandes maestros que a mí me gustan con los cuales aprendo y sigo aprendiendo que son Caravaggio, Velázquez, Goya. Hay muchos pintores que me fascinan, y por supuesto está Rembrandt, por sobre todo. Pero además de citarlos me gusta mucho también subvertir esa misma tradición basada en el desarrollo una mirada masculina, por supuesto.
-Al apropiártelos le das tu propia mirada…
-Me gusta mucho tomar esos modelos clásicos y darles un giro que generalmente incluye mucha ironía, mucha parodia… en el fondo es cuestionarlo también y a la vez cuestionarse uno mismo. Para mí es muy importante siempre ser muy honesta a la propia mirada, que no tiene nada que ver con la de esos Maestros. Reflexionó mucho acerca del metalenguaje detrás de todo ese estilo “clásico o antiguo”. Hay mucho de parodia y cuestionamiento en mi trabajo, la herencia que tenemos de ellos los determina de cierto modo como “Padres”
-¿Rembrandt sería tu “Padre”?
-Siempre bromeo con Rembrandt especialmente, porque me siento muy afín con su mirada que es muy psicológica y penetrante con el sujeto que él representa, y además bueno, de la melancolía. Además de que él fue el pintor que más autorretratos realizó en su vida. Me siento muy afín con esa manera de ver su propia imagen y utilizarla como un elemento también en su obra, que por supuesto trasciende a él como persona. También considero que Frida Kahlo es mi “madre” porque ella también se autorretrato muchísimo. Es mi modelo latinoamericano principal. Tiene una fuerza en sus relatos, algo que no muere a pesar de todo el daño que le ha hecho la cultura pop, es inagotable esa mujer.
-La mujer, las mujeres, el retrato femenino… siempre presentes ¿por qué?
-Sí. Creo que las mujeres siempre han estado presentes en mi trabajo. Yo soy mujer y me gusta que la mujer sea modelo de representación pero a través de una mirada distinta a la que estamos acostumbrados a ver durante toda la historia de la pintura. La mirada de la “mujer” por otra mujer, y la autor representación es un tema muy recurrente en las artistas, el cuerpo también. Digamos que quisiera aportar una nueva mirada de la “mujer” en el arte y la pintura, que es un oficio históricamente cargado y desarrollado por la mirada masculina en su mayoría. Me fascina lo femenino como un mundo para explorar, pero quiero explorarlo desde una mirada femenina, que lo hace más particular. Soy lesbiana y por supuesto eso puede ser una motivación extra. La mujer durante toda la historia ha sido el sexo discriminado por excelencia, esa es otra razón y yo soy muy feminista además. Lo que más quiero es proponer una nueva mirada de lo “femenino”, y desde el femenino, sin entrar en controversia, tratando de definir ese concepto.
-¿Cuál sería entonces tu visión de lo femenino?
-Es algo muy personal, con paradojas y contradicciones. No me interesa la mirada “femenina” tradicional, la mirada hetero-normativa a la que estamos acostumbrados y hartos de ver. Ahora la nueva tendencia de la pintura contemporánea está cambiando mucho. Me gusta representar la mujer desde una visión muy personal y en acción, con una actitud auto determinada. Apropiada de sí misma. Por eso las selfies que estoy pintando. Tiene mucho que ver con eso de la imagen que cada una de nosotras quiere perpetuar de sí misma, no otra que se nos imponga.
La artista:
OFELIA ANDRADES MADARIAGA / BÁSICO
Nace el 29 de Septiembre de 1982 en Santiago, Chile. Entre los años 1984 y 1992 vive en Buenos Aires, Argentina. De regreso a Chile comienza a muy temprana edad (10) su aprendizaje autodidacta para luego asistir a talleres de arte (1994) donde tiene su primer acercamiento a las técnicas de la pintura y el dibujo, haciendo especial hincapié en la técnica del óleo. Entre 1997 y 2000 Estudia en el Liceo Experimental Artístico, egresando como Técnico en Artes Visuales con Mención en Pintura-Gráfica. Ya en su primer periodo de formación participa en concursos artísticos donde obtiene premios y distinciones además de la participación en numerosas exposiciones colectivas: Ministerio de Educación, Chile (1999); Galería Bucci (1999); Centro Cultural Carmen 340 (1998); entre otras, culminando con su primera exposición de carácter individual en el Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago de Chile (2000), cuando egresa de la secundaria. Entre 2003 y 2007 estudia Licenciatura en Artes Visuales con Mención Pintura en la Universidad de Chile. En 2004 gana el Fondo de Arte Estudiantil “FONDAE” para la realización de proyectos artísticos. Durante el año 2006, mientras cursa su último año académico, es asistente en la cátedra de Color de la carrera de Artes Visuales de la Universidad de Chile. El año 2007 le fue comisionado el retrato del Primer Fiscal Nacional, Don Guillermo Piedrabuena. Colección Permanente en Salón Guillermo Piedrabuena, Ministerio Público de Chile. En el año 2010 obtiene el Título profesional de Pintora. Entre 2012 y 2014 reside en Londres, Reino Unido. Ofelia Andrades también imparte talleres de pintura y técnicas antiguas, destacando una investigación personal basada en el aspecto técnico y ancestral en el empleo de los materiales de pintura al óleo. Actualmente vive en Santiago de Chile y trabaja en su próxima exposición individual en Buenos Aires, Argentina.
Imágenes: Gentileza de la artista
Agradecimiento especial a Rodrigo Cociña Gallardo
No hay comentarios:
Publicar un comentario