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sábado, 3 de noviembre de 2018

Carmen Valle Benavente: "El tiempo está en mi obra; somos memoria"



Ajena al viejo enfrentamiento entre abstracción y figuración, la artista trasandina intenta prescindir  de todo tipo de estructuras. Aquí nos explica su constante búsqueda por representar la espacialidad donde, según ella, transcurre y se manifiesta la existencia.  El suyo, es un estudio acerca del territorio y  de cómo opera en él la memoria colectiva.

Por Abigail Huerta
ahuerta@revistaophelia.com

“En mi trabajo hay imágenes de un tiempo pasado, las cuales se trasladan al presente de forma sutil, ocultas entre machas… es un símil a la historia de mi país siempre velada”. Lo explica Carmen Valle Benavente (Santiago de Chile, 1969) dueña de una obra plagada de colores densos, otras veces cálidos y brillantes, pero siempre de aplicación rápida y efusiva.
Su trabajo se desprende de la objetividad para ver más allá de lo evidente sin abandonar la figuración y con la idea de perseguir siempre el instante. “Busco nuevos caminos expresivos. Me interesa la búsqueda de un lenguaje y de materialidades propias”, dice con relación a  su pintura, porque Carmen además es fotógrafa y trabaja en la docencia.
Ella retrata ese cosmos, el de Chile, y observa de qué modo el territorio condiciona. Así, su obra plantea preguntas que exceden lo geográfico, para establecer interrelaciones entre la historia, la identidad, la memoria, el entorno, lo social y lo político.
Termina de estudiar arte en Concepción y decide dejar de  lado los aspectos formales que recibió por parte de la Academia para establecer lazos con su propia tradición familiar, vinculada desde hace tres generaciones a la fotografía (de abuelo y padre fotógrafos). Carmen recupera su propio pasado y lo traslada al presente para narrar ese devenir del espacio/tiempo donde se mueve el ser. “Disfruto de lo que realizo y lo hago con esfuerzo y trabajo constante”, expresa.




-Recuerda aquellas discusiones en los 60 donde lo figurativo era irremediablemente opuesto  a lo abstracto ¿Qué evaluación hace sobre dichas disyuntivas?
Era una época donde las fronteras estéticas estaban más definidas, lo que hablaba anteriormente de la especialidad, creo que fue un camino difícil para la abstracción, me gustan los tiempos actuales donde esos límites y discusiones  ya casi no existen frente a la diversidad de propuestas del arte actual.

-¿Cómo son sus inicios en las artes?
En el año 1990 buscando poder estudiar fotografía, en una región donde no existía la carrera, me encuentro con la apertura de la Licenciatura en Artes en la Universidad de Concepción, carrera que fue cerrada por la dictadura militar, dentro de sus ramos existía un par de semestres con ramos de fotografía, lamentablemente  esta asignatura no fue lo que esperaba por las deficiencias en la gestión e infraestructura de una carrera que comenzaba. Aquí comienza el camino que me abrió un campo más amplio de exploración, el encuentro con los pares, la fotografía queda como en un segundo plano en ese momento, exploro una diversidad de ramos como grabado, pintura y escultura, finalmente elijo la pintura como especialidad.

-¿De qué forma siguió, entonces, su búsqueda artística?
Al salir de la universidad, busco la fotografía, el uso de la imagen. El profesor estaba en casa; mi abuelo fue fotógrafo y documentalista de la Universidad de Chile, herencia que recibió mi padre que también trabajo en su estudio fotográfico, comienzo a estudiar con él, a explorar la luz, en paralelo busco nuevos caminos expresivos, tratando de salir de la enseñanza de la escuela de arte en pintura, la búsqueda de un lenguaje y materialidades propias. En esta etapa comienzo una investigación sobre retículas urbanas, los desplazamientos del hombre y como este es condicionado a este espacio, en su habitar y en sus desplazamientos. Usando como materialidad de trabajo cemento, madera, cartón y fotografía. Estos son los primeros pasos, posteriormente, me traslado a Santiago a desarrollar mi obra en 1999, conozco artistas de procedentes de diversas universidades del país, lo que nutre mi mirada y mi trabajo, participo en talleres, concursos y exposiciones con pintura y fotografía.




-De acuerdo a su experiencia en la docencia ¿cuál  le parece que es el alcance que propone el  arte a la educación?
El arte fundamentalmente te enseña  a ver, observar, pensar, cuestionar, un buen profesor tiene que llevarte a esto, que no solo sea una manualidad como algunos la consideran, el arte es la puerta a la creatividad, al conocimiento universal, el trabajo colaborativo. La enseñanza del arte es un factor transformador de la sociedad, en una educación cada vez más segmentada en los contenidos, el arte lo vincula todo.

-Usted nos habla siempre del espacio, del territorio,  ¿sus composiciones son escenarios?
Mis composiciones podrían ser escenarios como me preguntas, para mí son espacios contenedores los cuales transformo en un lugar significativo, ese espacio limitado pero con infinitas posibilidades, donde conviven, manchas, aguadas e imágenes que se transforman en fantasmas detrás de la pintura. Estos gestos pictóricos encapsulados en una serialidad son un símil  al que territorio que habitamos que recorro con sus fragmentaciones y dicotomías con sus sucesos geográficos y sociales. El territorio como contenedor de nuestra existencia y experiencia, dónde se transita y habita el día a día.

-Tiene una vinculación directa y muy fuerte con la fotografía  ¿cuál es la fotografía que le gusta a Carmen Valle?
Me gusta la fotografía que explora, experimenta y juega con diversas temáticas, formatos y cámaras; desde un smartphone a una cámara estenopeica de cartón. Me atrae la fotografía que habla por sí mismas al igual que en la pintura, las que no necesitan explicación.




-Chile es un país que está recibiendo un importante flujo migratorio, ¿piensa usted que el arte está cumpliendo su función social en dicho escenario?
Creo que está cumpliendo un rol importante en evidenciar el mal trato que se le está dando a las personas que llegan buscando una oportunidad, denunciando nuestro racismo y clasismo, hay algunas artistas abordando por ejemplo la trágica muerte de la ciudadana Haitiana Joane Florvil, es una manera de poder generar cambios en esta sociedad tan cerrada.

–También tiene un movimiento feminista muy grande…
Lo miro con optimismo, me gusta la fuerza que tiene las nuevas generaciones, se están gestando transformaciones necesarias, la sociedad está cambiando, la mayor revolución de estos tiempos es el cambio de la mujer, me cuesta pensar que antes  no podíamos votar, ni estudiar como fue posible esto durante siglos.

Por Abigail Huerta
Publicado en Revista Ophelia el 3 de noviembre de 2018

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