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martes, 23 de octubre de 2018

Susana Salinas: "Ser mujer en el arte no es un camino sencillo"



Dueña de un dialogo artístico íntimo donde predomina la visión de lo interior y de la psique, la joven artista mexicana nos evidencia en  esta entrevista el carácter y la búsqueda de su trabajo pictórico; una verdadera oda a la femeneidad: “Me resultan muy atractivas e interesantes las contradicciones de mi yo femenino”, confiesa.

Por Abigail Huerta
ahuerta@revistaophelia.com


Zacatecas, situada justo en el corazón de México, es una ciudad de establecida referencia artística en el país Azteca, llamada cuna natural de artistas; y ha sido  hogar, academia y taller para  Susana Salinas quién, nacida en Querétaro en 1982 se traslada junto a su familia con sólo tres años a este lugar en el que vive y trabaja.
Los ocres, rojos y óxidos han llegado a ser en muchos casos una manifestación reiterada en la paleta de pintores y pintoras de la mencionada región; y Salinas no escapa a esta tendencia: “Mi paleta me elige por lo regular a mí, no hago más que traducir en colores lo que veo en la naturaleza, en mi cotidiano, una tierra colorada y un sin fin de azules que este cielo me permite experimentar”.

Nuestra pintora aborda las circunstancias de la femeneidad en una narrativa emocional de evidente gusto por la  fantasía; pasan a develar sus composiciones elementos figurativos como aves, mujeres y plantas, y también hay espacios de vacío y  objetos físicos de recurrente representación surrealista, tales como hilos, jaulas o ramas. Objetos que tienen una significación más allá del plano material, convirtiéndose su obra, en una verdadera metáfora donde conviven escenas de ensueño y reflexión, angustia e incluso temor.

Nos dice congeniar con el trabajo de realistas contemporáneos como el mexicano  Edgar Noe Mendoza (Durango, 1967)  y a su vez, con expresionistas de lo bello y lo perturbador como Mónica Cook (Georgia, 1974), entre otros. Susana Salinas es una pintora que asume sus influencias, explora a su vez un sello propio, y sabe asumir riesgos: “Creo que el arte está en un constante movimiento, me gusta ir de su mano, probar, arriesgarme…  volver a los espacios de confort y luego desbaratar de nueva cuenta”.
Se trata de una artista que está en constante movimiento y contacto con su entorno, una mujer inquieta e interpeladora de su realidad que mimetiza y recoge en su obra multiplicidad de técnicas; participa e incursiona en diferentes actividades decorativas y manuales sin dejar de ser creadora de las llamadas artes menores. Logra, en cada situación,  cederle otro carácter a su mundo expresándolo de manera subjetiva.
Mencionó la reconocida crítica de arte Avelina Lésper, con motivo de una muestra de la joven artista: “Esta exposición es un reflejo imposible y verdadero de la femineidad, reúne la metáfora en la que las mujeres habitamos, y es la visión sincera y rebelde de Susana la que le da vida”.  Y es cierto.





-¿Cómo son sus inicios de artista plástica en su natal México?
-Comienzo creo yo como todos, jugando, hasta que tengo mi primera exposición individual, reconozco que es un juego serio, esto fue para el año 2000, en uno de los museos de mi Zacatecas. Para entonces yo tenía dieciocho años, desde entonces, me encuentro unida a este ir y venir del proceso creativo, de la producción de la mano de la disciplina, que poco a poco he ido construyendo. Es después de esta primera muestra, que cuento con el acercamiento a un taller de pintura y grabado: “Julio Ruelas”, espacio de encuentro con artistas y profesionales de la técnica. Mi formación ha sido de manera empírica y a base de talleres esporádicos.

-¿Enaltece de alguna forma las “artes menores” con su obra?
-Sí.  “Artes menores” que si bien, antes eran exclusivas del rol femenino, no son para mí nada sencillas y mucho menos menores. El bordado, el tejido y hacer muñecas, forman parte de buscar en ellas el carácter del Arte. De un arte crudo y fuerte con cara de niñas, de suaves telas que esconden un mundo de emociones, las mías, mis paisajes internos que pueden verse traducidos en un solo lienzo.

-Parte de sus trabajos son muy argumentativos, emocionales, evidencia procesos interiores que es algo por lo demás complejo…
-Es todo un viaje interno, y como bien mencionas, también complejo. Me resulta muy atractiva e interesante las contradicciones de mi yo femenino, buscando en mis fortalecer las debilidades y viceversa, lo que me afecta de mi mundo real, las perdidas, los amores, el tedio.  Para comenzar, analizo lo que en mi momento me inquieta más,  de ahí, busco algún concepto, que pueda ayudarme a generalizarlo, con algunos elementos recurrentes, como lo son las ramas, los nidos, los hilos, los vacíos. Encuentro un placer en ellos, en que crecen, en que pueden unir, pero a la vez hablan de su fragilidad, este concepto me invita a luego encontrar su opuesto, para que la pieza hable en un contenido contemplando siempre algo que se complemente, es entonces cuando viene la parte de la búsqueda, me convierto en recolectora de rostros que puedan ayudarme a traducir dicha sensación.

Mi intención es poder aterrizar mentalmente su composición para luego llevarla al lienzo, (no soy buena haciendo bocetos) ya que no siempre sucede que sea como lo visualice, creo que es justo el punto dónde da la comunicación con mi pieza, podemos entablar horas y días de solo contemplarla, de problematizar la situación y así tener motivos para resolverla. Pareciera hasta cierto punto que se convierte en un proceso de sanación emocional o terapéutico, pero no es así, lo he intentado pero no sucede.

-¿Cree que hay desigualdad de roles, en México,  frente a la figura masculina de pintor, siendo usted una artista mujer?
-Creo que la obra no tiene roles, que no enfrenta ninguna desigualdad. El buen trabajo, la obra que contiene un lenguaje, que participa en las emociones del otro, la que sabe defenderse con su factura al paso del tiempo, no tiene roles, frente a ninguna figura masculina. Pero en su defecto ser mujer en esta profesión, no es un camino sencillo, como en todas, por cultura y por desconocimiento, pero tampoco es imposible.


-¿Cómo es ese comienzo de engendrar una obra para Susana, el elegir los tonos, el tema, el argumento? ¿La influencia a usted su lugar de origen?
-Me gusta trabajar en series, me encantan las historias y más los cuentos, todo aquello que se me presente como revelador de una realidad tacita me asusta y prefiero la fantasía, me sabe a mieles, a sales, a picante, le da sabor a mis días. Mi paleta me elige por lo regular a mí, no hago más que traducir en colores lo que veo en la naturaleza, en mi cotidiano, una tierra colorada y un sin fin de azules que este cielo me permite experimentar, las pieles blancas por la falta de los días soleados, o sencillamente porque me apetecen más los días fríos.  La vegetación de mi lugar es seca y las piedras que se asoman en los cerros tienen acentos oxidados. Pero sin duda tener una cita con cualquiera de mis personajes, me emociona sobre manera, me mantiene al hilo, al punto de que muchas de las veces puedo olvidar comer. Las Tupés, las Amordecidas, las Caricatas, y las De corazón y malas puntadas, no han nacido de manera espontánea, se han ido construyendo a través de un proceso creativo, para encontrar sus ambientes, su razón y muchas veces su no razón de ser, en su desalineado pelo, encuentro los mapas mentales que me guían, para encontrarlas en estos espacios de un tanto por tantos centímetros. Una palabra, que me ronde la cabeza, una emoción no comprendida, una despedida y una cotidianidad abrumadora, una mudanza, pueden ser motivos. Para luego confrontarlas en su elemento contrario que es el mismo que me ayudará a complementarlas.




-Tiene trayectoria en la docencia también; es psicóloga de educación ¿cómo piensa que se mimetiza el arte con la educación?
-Es una oportunidad fascinante, en mi caso, me encanta estar en contacto con las personas de todas las edades, en realidad he tenido la oportunidad de vivir una gran retroalimentación, el manejo grupal en particular, creo que es un fenómeno muy interesante, ya que cada grupo tiene una dinámica distinta por la individualidad de cada uno de sus participantes. Por lo que cada taller o clase, jamás será igual a la anterior, para mí es vivir experiencias distintas cada vez y aprender todavía más, tanto para encontrar el mejor método para compartir lo que sé, como en investigar y cultivarme en lo que desconozco.

-En una entrevista antigua menciona el hecho de haber tenido que defender su trabajo figurativo ¿sigue haciéndolo? ¿Sigue pensando lo mismo?
-No sé si realmente en ese tiempo mi obra requería que le defendiera, desconocía muchas cuestiones, pero puntualizando a ese hecho, recuerdo fue en un tiempo en que los artistas figurativos de mi región éramos muy pocos ante una ondeada grande de abstractos. Tarde en comprender que la obra de arte se hace con el tiempo, que prevalece por sí misma, muy por encima de si su autor habla en razón de ella.  Y que uno puede probar y jugar y disciplinarse en la corriente plástica y visual que le venga en necesidad de lo que se ocupe expresar.  Ahora me resulta un poco absurdo hacer la distinción entre ambas corrientes.


Entrevista: Abigail Huerta (ahuerta@revistaophelia.com)
Publicado en Revista Ophelia el 23 de octubre de 2018
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