El artista se
refiere aquí, a la necesidad de
pintar y a la búsqueda de un dialogo directo con el espectador. Se detiene,
también, en la comunión espiritual que se da en las artes plásticas. Con un
sentido agudo acerca de la esencia de
la creación, y sin dejar de lado una postura crítica respecto del escenario
artístico, opina: “el arte argentino va a
ser grande cuando seamos más auténticos y menos correctos para la mirada de las
ferias de moda”.
Por Abigail
Huerta
ahuerta@revistaophelia.com
A partir de una
compresión amplia, lúcida y firme del arte figurativo, el creador Ricardo Celma
(Buenos Aires, 1975) nos narra en su obra realista, desde lo avasallante del plano material a los estadios más etéreos, con una
fuerza que sólo le puede otorgar ser el poseedor de una técnica virtuosa y por demás prolija.
Un conocimiento
compacto, preciso, le da la facilidad de construir cualquier personaje o
escenario; invoca el fuero poderoso de la naturaleza representándolo todo como
en la vida misma. Clásico, y en ocasiones irreverente, en su trabajo
confluyen rasgos del romanticismo, roza
lo barroco; allí hay belleza, religiosidad y misticismo; y a su vez, puede increpar al espectador con elementos más
contemporáneos, invitándolo a cuestionar esa misma realidad manifestada de
manera ineludible.
Admira a
clásicos de la talla de Antonio Berni (1905-1981) pero además mantiene interés
por la pintura de contemporáneos como Odd Nerdrum (1944); él puede hacer gala
de su esteticismo y de la pureza de sus composiciones para dialogar y
comunicarse fielmente con el espectador,
conmoviendo esa conexión con lo natural y lo eterno.
Un pintor
clásico y a su vez consciente de su tiempo, que evidencia a través de su obra
ser un verdadero maestro de la contemporaneidad.
-¿Cuándo ocurre su primer contacto con las
artes plásticas?
Entre mis
recuerdos más lejanos, está el ir de la mano de mi padre a ver cómo sacaba o
entraba los cuadros el pintor de la esquina, junto a salir a saludar al tren
eran mis momentos más felices del día, notaba la admiración en los ojos de mi
padre frente a esas obras, yo le hablaba al pintor, el me respondía a veces a
mis preguntas infantiles, años después comprendí la magnitud de mi suerte,
comencé en un taller a los cinco años y nunca dejé de estudiar arte, ah! ese
pintor era Antonio Berni y su obra me sigue llevando a esos sentimientos
lejanos.
–Menciona a Antonio Berni, gran Maestro de
la pintura ¿qué mensaje siente de él?
Me parece, junto
a Quirós, Quinquela Martín, Carlos Alonso, Guillermo Roux, entre otros, el
ejemplo de la fuerza de “pintar tu aldea”, de buscar en todas las estéticas
para contar la tuya personal, tus personajes tu sentido de pertenencia.
-¿Cómo se elige ser pintor en un mundo donde se ha ampliado tanto el
concepto de arte?
No recuerdo
haber elegido ser pintor, siento que fue algo natural, nunca me imaginé ser
otra cosa. Y nunca sentí ninguna conexión con las formas de hacer arte que
olvidan o desprecian el oficio de pintar.
-Usted habla de las tendencias que se
alejan o desprecian la técnica y el oficio pictórico ¿a qué se refiere?
Luego de la
Segunda Guerra Mundial, y de un nuevo planteo del centro de arte que se
desplaza desde París a New York, creo que la idea de “bellas artes” y el
estudio desde una academia europea de arte fue despreciado. Desde América del
Sur, en un principio hubo un planteo de arte comprometido y técnico, pero en
algún momento eso también fue considerado impropio por el poder, y se
impusieron el Instituto Di Tella, y otras formas de arte, más “divertidas” y
menos comprometidas.
-¿Se
decide o se necesita ser pintor?
Se necesita ser
artista, y el arte en sí es una forma de comunicación, por lo tanto uno trata
de dar argumentos para que se entienda tu mensaje. En esta forma de vida, pintar en mi caso se vuelve una necesidad tan
imperiosa como comer o respirar.
-¿Podría decirse que la obra pictórica es técnica, estética y
argumentación? ¿Cuáles de estos
elementos son más o menos esenciales para usted dentro de las artes
plásticas?
Yo agregaría
además, que la obra pictórica es sentimiento. La comunicación artística es una
de las formas más completas y complejas que ha descubierto y cultivado el ser
humano, incluye cuestiones matemáticas, científicas, técnicas, místicas,
profanas, trascendentales, yo las exploro un poco a todas en la medida que
puedo preparar mi intelecto y mi espíritu para irlas abordando.
-La armonía en la representación es
cartesiana ¿son estos elementos de orden muy importantes en su obra?
-Sí, quisiera
encontrar en mis obras una especie de armonía, un tipo de armonía que no niegue
ni lo terrenal, ni lo divino, e incluya el concepto o la técnica, seguramente
fracaso en los intentos pero es tan hermoso el desafío que espero hacerlo hasta
el fin.
-Nos dice también que para usted es
importante comunicar ¿Cómo se puede comunicar eficientemente a través del
arte?
No creo que se
deba buscar la eficiencia, creo que se debe transmitir un mensaje por todos los
caminos en la obra de arte: el racional, el sensible y el técnico, y esperar
que llegue al espectador, en la forma que él quiera y pueda absorber ese
mensaje. Sin imponer una sola lectura y sin reducirla a solo un concepto, porque perdería su poética.
-¿Cómo se concibe hacer realismo desde esta
parte del mundo?
Lo concibo como
algo natural. Me gusta mucho la idea de resignificar el realismo desde esta
parte del mundo, en mi caso desde el realismo mágico, que tiene una larga y
genuina historia, y agregarle las técnicas europeas de realismo que también
calaron fuerte en nuestros orígenes de la plástica.
-¿Hay elementos geográficos y de espacio
que formaron registros e imágenes para su perfil de artista en su natal Buenos
Aires?
Me siento 100%
producto de Argentina, su estética ecléctica, mezcla de etnias, gustos y
creencias. Me gusta este sentir Sur-realista que tengo pintando desde Buenos
Aires, no creo que tengamos que seguir tratando de parecernos a las vanguardias
de moda, el arte argentino va a ser grande, cuando seamos más auténticos y
menos “correctos” para la mirada de las ferias de moda.
-Muchas de sus obras tienen figuras
estrictamente hermosas, científicamente
hermosas; objetivamente bellas: creo que no hay muchas maneras de no ver
belleza en sus pinturas ¿La estética es
de los grandes rasgos que usted como artista y espectador más lo acercan o lo
conectan con el arte?
Como artista me
gusta la búsqueda de la belleza, fue tanta su ausencia cuando estudiaba arte,
que al hacer arte decidí que fuera mi búsqueda. Como espectador sin embargo me
llegan todas las formas estéticas, amo a los artistas como Lucien Freud o a Odd
Nerdrum, que desde lo descarnado encuentran esa otra belleza sublime de lo
triste o grotesco.
-¿Ve en la naturaleza un lenguaje
determinado para el orden en la composición y la estética? ¿Hay algo en ello
que decodifica o se acerca a la esencia del ser y es lo que usted quiere
plasmar en su obra?
Sí, creo que así
como la naturaleza tiene leyes que se repiten, nuestros sentidos también los
encuentran en las armonías de las matemáticas aéreas o las geometrías sagradas.
Pero también
creo en una “magia” en la naturaleza, como por ejemplo, las partículas
subatómicas que no responden a las leyes físicas y sin embargo están, por lo
tanto también creo que el arte, por más técnico que sea, no debe ser una
ciencia, debe tratar de llegar -como bien decís- a explorar la esencia del
ser, que es física e inmaterial, óleo y
alma.
· ntrevista: Abigail Huerta (ahuerta@revistaophelia.com) / Fuente: http://revistaophelia.com/ricardo-celma
Publicado en Revista Ophelia el 16 de octubre de 2018
Publicado en Revista Ophelia el 16 de octubre de 2018
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