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domingo, 12 de agosto de 2018

Claudia Adriazola: "El paisaje costero está en mi memoria desde mi infancia"

Su arte alude a los ríos, los mares y  el paisaje -en particular al Río Mapocho, referente de los ciudadanos de Santiago-. Sin embargo Claudia Adriazola supo tomar distancia del típico paisaje que puede verse en la tradicional pintura chilena. La artista, le ha extendido a la temática una muy particular impronta. “Desde Paul Cézanne en adelante, las normas y el sentido último del arte cambiaron”, sostiene. Trabaja e investiga -desde hace más de veinte años- la milenaria técnica encáustica, que le concede un valor  agregado a su obra, y un sentido lleno de misterios. A ella, le interesa una pintura que rescate, según sus propias palabras: “lo cotidiano, lo simple, el error de la raya, la mancha, las capas de pintura borradas, la imagen ambigua y borrosa… la vida que se vive; lejos de lo perfecto”.

Por Lic. Camila Reveco 
creveco@revistaophelia.com

La artista plástica chilena Claudia Adriazola, nació en Viña del Mar, y está radicada desde hace años en Santiago de Chile. Recibió a Ophelia en su casa/taller, ubicada en las inmediaciones de Plaza Italia. Desde allí, nos reveló detalles de su trabajo pictórico y nos compartió, además, sus impresiones sobre el momento del arte en su país: “Esta avenida -cuenta refiriéndose a la avenida Mackenna- es una de las más transitadas de la ciudad, por aquí pasan miles de personas todos los días; y esa energía, ese movimiento se siente, al igual que el río Mapocho”.

Con una amplia y reconocida trayectoria en el campo de la gestión cultural, la pintora, que se desempeña en la actualidad como Secretaria General de la APECH (Asociación de pintores y escultores chilenos) indica que éste es un momento en Chile en que los artistas están en un proceso bastante diverso y activo. “Se han ido agrupando en colectivos artísticos con una figura legal,  como forma de trabajo y para poder acceder a distintos beneficios, no sólo los fondos concursables  del Ministerio de la Cultura”, señala y agrega: “Existe mucha auto-gestión, hay más inversión de parte de los artistas para participar de exposiciones y ferias en Chile como en el extranjero.   Hace años se diferenciaba y se conocían quiénes eran los artistas y qué estaba pasando en la escena local.  Ahora, cuesta tener una visión amplia de todo lo que se está haciendo porque hay muchos sectores, muchos artistas trabajando, hay una actividad intensa y diversa”.

La suya, es una obra que, como bien se indica en su sitio oficial, “se caracteriza por ser gestual y matérica”. Claudia, es una pintora “de paisajes urbanos, de presencias y ausencias. De lo cotidiano sin caer en la costumbre; de lo simple, con todas sus complejidades”.


martes, 31 de julio de 2018

Luis Alberto Hidalgo Bastién: "Debemos trabajar por una pintura inteligente"

Comenzó a pintar de forma profesional recién en el 2004 pero tiene una prolífera obra: más de tres mil cuadros. Llegó a la capital trasandina desde Concepción con la idea de generar colectivos artísticos. “No se ha perdido la pintura, lo que se ha perdido es el  contenido, el sentido, el “para qué”, dice. Interpelador y agudo, el artista visual chileno se refirió no sólo a lo que implica trabajar en grupo, sino también a la impresión que le causa el circuito del arte contemporáneo.

Por Lic. Camila Reveco 
creveco@revistaophelia.com

¿Qué creen ustedes qué es ser artista? Se preguntó el pintor español Pablo Picasso. “Es un ser político que vive pendiente y consciente de todos los acontecimientos que ocurren en el mundo y reacciona ante ellos. La pintura no existe sólo para decorar las paredes de las casas. Es un arma que sirve para atacar al enemigo y para defenderse de él”.

El artista Luis Alberto Hidalgo Bastien -integrante de la Asociación de pintores y escultores chilenos -APECH- y Director de la Sala de arte Galería Mackenna- retoma esta definición y promueve una forma de trabajo colectiva junto a la historiadora de arte Gisela Sanhueza y un variado grupo de artistas, entre quienes se destaca Claudia Adriazola, Carmen Valle y Rodrigo Cociña.

A través de cada propuesta, siempre autogestiva, salen de sus preocupaciones individuales (y de sus talleres) para reflexionar sobre las posibilidades del presente. De esta forma, buscan refundar prácticas sociales atravesadas por la fuerza creativa, y establecer nuevos montajes colectivos de enunciación. Aquí  no  se intenta resaltar el Yo. Por el contrario, lo que vale, es la producción de un foco grupal de discurso. Lo urgente, está dado por la forma en que los artistas se relacionan con su contexto y el entorno para plasmarlo en una obra que verdaderamente aporte a la práctica artística-estética. “Necesitamos pinturas poderosas”, asegura Luis Alberto, y advierte: “La pintura puede ser una herramienta letal, pero no está siendo usada, porque hay un vacío intelectual a causa de la pintura de consumo”.

En la actualidad, está  interesado en abordar  la problemática del agua y puntualmente las aguas del Mapocho. El proyecto se titula “Asuntos del agua” y pretende, a mediano plazo, reunir más de 250 pinturas sobre la temática.

Influenciado por el Grupo Grisalla de Concepción -compuesto por artistas de excelente oficio reunidos los 90-, Luis Alberto Hidalgo Bastien, según palabras de Jaime Petit, “afronta la pintura como una disciplina replegada al taller, a la academia, indiferente de los contenidos de una moda tecnológica que hoy se desarrolla (…) Transita con una obra entendida como una armonía visual hacia la belleza de un mundo de afrontamiento visceral”. La suya, es una obra plagada de color, figura, signos, símbolos y espacios abstractos en medio de “atmósferas viscerales y signos terrosos”.

La pintura como herramienta de lucha política, y el compromiso con el tiempo que nos ha tocado vivir, son las premisas que atraviesan el discurso de este pintor de formación autodidacta,  respecto al arte, y la vida.


domingo, 29 de julio de 2018

Gonzalo Espinosa Menéndez: "Trato de componer como un músico"

 Su  lenguaje es la abstracción y su búsqueda radica en la expresión de la experiencia espiritual, concretamente, en esa confluencia dada entre la pintura y la música. En sus cuadros está la transcripción visual del ritmo. Aquí, la entrevista con el artista chileno, Gonzalo Espinosa Menéndez; un pintor de paisajes abstractos.

Por Lic. Camila Reveco
creveco@revistaphelia.com

Pintura gestual, pintura que  suena


La influencia de la música con la obra de artistas plásticos es un fenómeno conocido y está probado. Esa conexión, tan sólida como mágica, basta confirmarla  viendo la obra de Wassili Kandinski, Kasimir Malevich, Paul Klee, Hans Arp o Sophie Taeuber. Abstraerse dejando de lado la reproducción fiel, seguramente libera hacia cierta “musicalidad”. El arte abstracto de calidad tiene, en este sentido, una ventaja sobre el figurativo, porque, no se obsesiona en la descripción de lo reconocible. No le interesa ese terreno que, como sucede en algunos casos, puede llegar a alejar al público de una experiencia estética contundente por ese afán del artista en perseguir una pretendida perfección en el modelo representado. Igualmente, no creo que exista un dilema entre ambos lenguajes; y si existe, debe superarse.


“Considero que el artista de poco talento cae siempre en los excesos de la pretendida ejecución (…)
Una mayor agilidad de pincel no hace más que estorbar la obra creativa”.
Paul Gauguin (1848-1903)

“La mancha me guía”

“Trato de componer como un músico y aunque el léxico técnico es parecido, ellos trabajan con abstracción real. Transcribir en la tela, la música que escucho durante el acto de pintar, es un ejercicio que trato de resolver: el punto como beat- tambor, la línea como violín… aunque provengo del rock y blues”, comenta nuestro entrevistado.

Los paisajes del artista chileno Gonzalo Espinosa Menéndez incorporan, en parte, esa embriagadora abstracción que tiene la música; a su vez el pintor, no deja de lado la preocupación por lo bello -por eso su pintura es “bonita”-. La suya, es una obra que aporta una visión acerca del entorno -un entorno armónico-, con expresivos colores y formas que se pueden encontrar en el seno del tejido musical. Hay en sus cuadros testimonio de su dominio técnico y hay, en cada exploración,  soluciones de alta calidad

El pintor usa el pincel, el acrílico, el lienzo, la espátula; intuye tonos, valores, intensidad, saturación; crea espacios, formas, trazos, armonía; en fin, genera ritmo, musicalidad… Su composición es a veces improvisada o despreocupada, pero, más allá de ese libre albedrío que pareciera  realmente disfrutar, hay espacio para un estilo más estabilizado o estructurado que el artista no descuida -aunque en esencia su arte esté emocionalmente cargado de expresión directa y de eclosión creativa-.

Su obra evidencia  una particular energía que lo vincula con nuestra época y sobre todo, con el paisaje de Chile.  Gonzalo se refugia en el “hacer” sin control. Hay en su trabajo exaltación del azar y de la improvisación. Él rechaza la construcción premeditada, -ya ni siquiera utiliza bocetos-, y le interesa indagar en la expresividad de la materia, pero también en la aleatoriedad del gesto -en la “manera” de pintar-.

Si bien todas las manifestaciones artísticas siempre han sido susceptibles de múltiples interpretaciones, la obra de Gonzalo Espinosa Menéndez es particularmente polisémica.  Y en esa ambigüedad, tan seductora para los seres humanos, radica parte de su encanto.