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sábado, 16 de mayo de 2015

Miguel Ángel Avataneo: “Siempre me enfrento a la tela con alegría”




El pintor santafesino Miguel Ángel Avataneo habló sobre sus inicios, su rol como docente y su obra. Se refirió, además, al caso atípico de la provincia de Córdoba, lugar en el que está radicado y cuna de una nueva generación de pintores realistas. 



Por Camila Reveco
Periodista cultural con especialidad en artes plásticas
camilareveco.mza@gmail.com
Argentina

Elegante, sutil y refinada; así es la pintura del talentoso artista santafesino Miguel Ángel Avataneo (1962), radicado en Córdoba desde hace más de treinta años.

Se trata de un pintor fiel a la línea y al dibujo, que se expresa con equilibrio y serenidad. Inspirado en los patrones del arte y el pensamiento del mundo clásico, Avataneo es un exponente clave del realismo contemporáneo, dueño de una cuidadosa composición, tan sensual como sugerente. 

El artista representa a la mujer y el desnudo femenino en búsqueda de un ideal de belleza y a través de la grandeza de las formas. Sus modelos mantienen siempre una actitud de permanente contemplación y relajo. 

“Recuerdo mi primera clase de pintura y dibujo -relata Avataneo-. Fue en mi pueblo… San Cristóbal, al norte de la Provincia de Santa Fe. Tenía cinco años y mi maestra fue Nelva Soza, todavía la veo; estuve con ella hasta los trece o catorce años.

El primer dibujo que hice fue un conejo, a lápiz de color -creo que mi mamá lo tiene todavía, cuando vaya para allá lo voy a buscar-“, y agrega: “Luego hice la primaria y la secundaria, siempre dibujando y pintando. Ya cuando tuve que elegir qué estudiar, me decidí por bioquímica, carrera que no prosperó y al año me fui a Córdoba a estudiar la licenciatura en pintura”. 

Su obra ha recorrido museos y galerías del mundo, posicionándose con éxito en el mercado internacional del arte, sin cortar raíces con su ciudad natal: “A San Cristóbal sigo yendo todos los meses; allá está toda mi familia: mis papas, mi hermano y mis sobrinos ¡que son siete! Y bueno, es mi lugar en el mundo.

Todos están orgullosos de lo que logré, pero me gusta sentirme lo que soy, un vecino más. Me gusta salir a caminar y encontrarme con la gente que conozco de tantos años, si me preguntás de algún lugar donde me gustaría vivir cuando sea viejito, elijo San Cristóbal”. 



-¿Siempre tuvo facilidad para el dibujo?

-Siempre tuve facilidad para hacer cosas con las manos, desde muy chiquito. Lo bueno fue estudiar y aprender a hacer las cosas con la cabeza, el corazón y las manos.

-El ambiente familiar, ¿motivó su profesión?

-En mi familia tenía una tía que pintaba de forma amateur. Ella, mi hermano y mis padres me apoyaron mucho. También sentí un fuerte incentivo por parte de mis primeros maestros en la primaria. Viste como son los pueblos, todos nos conocíamos y sabían que yo moría por pintar y dibujar. Ya de más grande, a la hora de elegir… la profesión se impuso sola. Nunca había pensado que iba a vivir de esto qué es lo que más me gusta y lo que mejor se hacer. Era tan natural en mí dibujar y pintar que no lo registraba como profesión.



-Ahora, además de pintar, se dedica a la docencia, ¿le gusta?

-Sí, tengo un taller y me gusta mucho la docencia. Hace más de veinte años que doy clases y es otra de mis pasiones; me gusta mucho el contacto con la gente. Pasa que la rutina de la pintura es muy solitaria y el taller me permite una vez por semana encontrarme con gente a la que puedo ayudar, acompañar, aconsejar; y ellos me dan un montón de cosas que, obviamente, yo necesito, sobre todo mucho cariño. Tengo más o menos cincuenta alumnos y no todos quieren hacer figuración; eso para mí es un orgullo. 

- ¿Por qué?

-Porque enseñar a pintar no es enseñar a copiar la realidad, sino enseñar a meterse para adentro. Si necesitás la realidad como marco de tu discurso, okey, como es mi caso. Pero no todos los temperamentos necesitan ese ancla, hay gente que vuela y no piensa donde va a aterrizar, hay gente que no se ancla en lo visible y eso no es mejor ni peor, es otro tipo de vuelo y acompañarlos en esa empresa, es bueno, es todo un desafío para mí. La pintura puede ser abstracta o figurativa, lo que tiene que ser, es buena. 



-¿Cómo se enfrenta normalmente a la tela? 

-Siempre me enfrento a la tela con alegría, aunque no siempre tengo algo para decir y cuando eso sucede hago ejercicios, pruebo colores, composiciones, veo maestros y juego, como siempre. 

-La actitud de sus modelos tienen siempre un tono “dulce” y delicado: inclinan la cabeza, se cubren el cuerpo con sus manos… ¿Por qué no miran al espectador?

-Casi nunca miran al espectador porque me parece que se rompería la magia de su intimidad al saber que existe alguien que la está mirando. La modelo es una gran ayuda para mí y es muy difícil encontrar a la adecuada. Ella también me da ideas sobre lo que podemos hacer y su actitud es fundamental. Es parte del trabajo y es muy potente la comunicación entre la modelo y yo para trabajar cómodos y poder decir lo que uno quiere. Es como una actriz a la que uno tiene que dirigir. 



-¿Cree en las musas? 

-Creo en la inspiración, claro que sí, pero hay que dedicarse mucho, -para que cuando llegue te encuentre trabajando, como dijo alguien-. Esto es como pescar: si no tiras la cañita, las musas no pican.

-Por el cuidado de su dibujo, ¿se considera un pintor académico?

-Sí, claro que soy bastante académico; si consideramos que lo académico implica técnica y oficio



-¿Cree que hay un espacio actualmente que potencie las capacidades de un alumno en las facultades de arte? 

-Cuando yo asistía a la facultad -Universidad Nacional de Córdoba- eran muy importantes las materias de taller y tuve profesores muy buenos a los que les estoy muy agradecido; personas muy generosas que me ayudaron mucho. Uno tiene que poner lo suyo también, porque los docentes pueden explayarse si uno crea un terreno fértil para que ellos puedan sembrar. Actualmente no lo sé.
Pero creo que si uno se esfuerza y persigue un objetivo, en todos los espacios va a encontrar gente que lo escuche y lo ayude. Quizás no todos los docentes estén en la misma sintonía pero está bueno ver otras cosas que quizás, como autodidacta no las verías… todo contribuye. Creo que la figuración es una elección y como tal habrá quien te acompañe y quien no. Pero es bueno abrir un abanico de caminos de aprendizaje, para luego elegir.





-En Córdoba hay una camada de pintores figurativos muy buenos -Juan Manuel Jaimes Roy, Diego Dayer, entre otros- ¿Cree que reivindican de alguna manera al realismo?

-Lo de Córdoba es un caso poco común y creo que se dio porque hay toda una tradición figurativa que comienza con Emilio Caraffa y Genaro Pérez a principio de siglo, y continua con Francisco Vidal en la década de los 60. Más acá sigue con Miguel Pons Tous y Roger Mantegani -que creo, fue el maestro de todos los contemporáneos-. En cuanto al grupo de artistas realistas te puedo contar que somos muy independientes unos de otros. En lo que a mí respecta, yo pinto realismo porque me gusta; pero no reivindico la figuración. Creo que es tan buena como otras corrientes, siempre y cuando esté bien hecha, y hecha desde el alma.


-¿El arte le parece una forma elevada de expresión? Quiero decir, ¿sofisticada? 

-Toda actividad que requiera dominio de técnica, en algún momento se vuelve espiritual y más cuando estás trabajando con material sensible; con tus sensaciones y recuerdos que implican revisar tu interior. El arte no diría que es elevado o sofisticado, creo que es espiritual. 

-¿Cree que, más allá la maestría de muchos artistas, la experiencia mágica sucede cuando la obra conmueve al espectador y le comunica algo? 

-La magia se da en el hacer. Ese es un momento en donde te sentís parte de un todo, y sabes que la obra va por buen camino. Una vez que la obra toma su propia identidad -quiero decir, cuando ya está terminada-, ya “es”. Allí empieza otra historia y podrá comunicar o no con la gente, dependerá de si araña un pedacito del inconsciente colectivo.



-¿Ha tenido la posibilidad de viajar y recorrer museos por el mundo? ¿Alguna experiencia “reveladora” que haya vivido como espectador?

-Por suerte he viajado bastante en lo que llevo de vida y pude conocer muchos museos. Te diría que casi todos los viajes son experiencias mágicas y reveladoras, pero uno en particular me movió el piso: la academia de Florencia y específicamente “El David” de Miguel Ángel. Fue fuerte. Otra impactante fue “La Ronda Nocturna” de Rembrandt en Ámsterdam, y bueno, Caravaggio ni te cuento.



-La teoría explica que una obra de arte lo es fuera de su tiempo, fuera del museo donde esté expuesta y fuera del momento en que fue creada ¿Qué opina de la experiencia efímera que implica el ready-made, por ejemplo?

-Las cosas van y vienen. Todo puede ser arte. Creo que como artistas y espectadores nunca tenemos que perder la capacidad de asombrarnos y no buscar tanto el “por qué” de las obras, sino gozarlas.






-Por último, ¿cuál es la historia de la pintura que seleccionó para ilustrar esta entrevista?

-La obra que elegí se titula "La duda es infinita" y nace después de un viaje fascinante que hice por la India, en donde conocí una cultura totalmente diferente, con una filosofía y una sabiduría increíbles. Como veras, el desafió de trabajar con las manos fue todo un reto porque cada una tenía que decir “algo”, y a su vez juntas, también debían comunicar en el “todo”. La entrega, la oración, la defensa, la caridad y todas las virtudes o actitudes que cada uno pueda encontrar, son protagonistas de esta obra. También, creo que se puede ver que la vida es como un gran árbol con infinitas ramas. Se trata de un óleo de 120 cm x 180 cm y es del año 2010.

La elegida del pintor para explicar con lujo de detalles

Sobre el artista: 

Miguel Ángel Avataneo nació el 26 de agosto de 1962 en la provincia de Santa Fe y está radicado en Córdoba. Es licenciado en pintura, egresado de la Escuela de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba en 1988. 

Su trabajo puede verse en su cuenta de Facebook: www.facebook.com/mavataneo

Distinciones obtenidas: 

1986: 2do Premio Dibujo. Salón Provincial de Ceres. Ceres, Pcia. de Santa Fe. 1986 Premio adquisición Benito Roggio e hijos. Salón Juvenil Centenario Banco Hipotecario Nacional. Córdoba. 1988 1er Premio de Arte Religioso Fraternitas. Fundación Fraternitas Rosario. Pcia. de Santa Fe, entre otros.

Sus gustos: 

Un libro: “La elegancia del erizo” de la francesa Muriel Barbery (2006)

Un músico: Peter Gabriel

Un disco: “El cordero se acuesta en Broadway” de Génesis (1974)

Una película: “El molino y la cruz”, del polaco Lech Majewski (2011)

Un hobby: la escultura y la cerámica

El proceso de un cuadro: 







La entrevista se publicó además en Diario Los Andes (Mendoza-Argentina)

En el blog, se presenta la versión original y completa, sin cortes ni ediciones.- 

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