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domingo, 17 de julio de 2016

Pintura "hot": Lo mejor del arte contemporáneo, al desnudo

 Pintura de Rubén Reveco

Desde hace dos años vengo publicando entrevistas de artistas plásticos, en especial de pintores figurativos. Ahora, este espacio virtual cuenta con sesenta notas. Y en cada una se desgranan relatos, sentimientos y maneras de concebir al arte desde la mirada de distintos creadores, que si bien tienen perfiles diferentes, los une a muchos la figuración como estilo al momento de plasmar sus capacidades expresivas. 


Por Camila Reveco 
Periodista cultural con especialidad en artes plásticas 
camilareveco.mza@gmail.com 
Argentina



Les comparto en el siguiente artículo la obra "al desnudo" de ocho de los mejores pintores contemporáneos que le dan vida a este blog, y anexo fragmentos de las entrevistas en donde vierten sus impresiones respecto al erotismo, los estereotipos de belleza, el sexo y la relación con el cuerpo. Tema vasto e incluso hermoso. 


(Nota: Si cliquean en el nombre del pintor pueden acceder a la nota completa en otra pestaña)

Pintura de Alfredo Araujo Santoyo


-Sos un pintor que representa bellos desnudos femeninos, con impecable factura. Parece ser que te interesa más lo preciosista (con cierto tono dulzón incluso) que trabajar por ejemplo lo erótico… 

- Al pintar, necesito que vaya de la mano el momento con la modelo, con el momento de la luz y el color. Trato de atrapar un instante espontáneo de mi modelo y eso mismo lo plasmo a mi manera en el lienzo. Trato de contar a través del pincel lo que miro y se me hace bello. La belleza femenina por naturaleza es sensual, lineal, colorida, hermosa y solo agregarle ese toque muy personal, es un propio ideal.






-Sus desnudos son eróticos y sensuales ¿siempre fueron temas que le interesaron explorar?

-¡Ah como me gusta esta pregunta! A priori te respondería que los desnudos son solamente desnudos. La dimensión de erotismo y sensualidad que el espectador percibe o no en ellos proviene de sí mismo y de su interpretación de la imagen que contempla, mas no es el cuadro quien la dicta. Siempre he defendido que la obra de arte, y más específicamente la bidimensional (dibujo, pintura, fotografía u otros) es una especie de ventana, que abre hacia el inmenso paisaje subconsciente de quien la observa: en realidad si hablamos de una pintura, lo que hay sobre el lienzo es una serie de pigmentos aglutinados con alguna clase de adhesivo, en matices y valores tonales variados. En realidad la pintura en si no “representa” nada, y es el espectador quien asocia y nombra las relaciones cromáticas que percibe con sus “archivos mentales” para encontrarle sentido a la obra que observa. La dimensión erótica comenzó a ser un ingrediente que llamó mi atención dentro de mi campo de estudio. Ahora la analizo como componente fundamental de la construcción de identidad (identidad de género y construcción de autoestima y personalidad) y de afirmación relacional.






-¿El público cómo reacciona frente a su trabajo?


- He oído personas debatiendo sobre el carácter violento-pasional de algún rojo en uno u otro de mis cuadros, especulando sobre la tortuosa vida que debía padecer yo en el momento de la creación, cuando realmente la única razón para dicho rojo pudo haber sido el hecho de haberlo encontrado de primero en el cajón de los oleos, o la decisión estrictamente matemática de la escogencia de una gama armónica con complementarios divididos donde el dominante fuera justamente el color en cuestión. Mi interés por el desnudo se basó siempre en la búsqueda de quien o que somos, más allá de las convenciones socioculturales que nos esconden o constituyen nuestra apariencia social, y en ese sentido, la ropa es el principal elemento que enmarca la “imagen” humana en dichos contextos. Ahora bien, con el tiempo el estudio del hombre (como entidad o especie y no como género) me llevó a mirarlo primero en soledad y luego de manera relacional, lo que creo que es una consecuencia inevitable, y comencé a estudiarlo entonces en parejas para analizar sus interrelaciones y codependencias. 


-¿Dónde estará el límite entre lo erótico y lo sensual con lo pornográfico? 


-Otra vez; es una frontera que depende del observador. Cada quien define los límites que configuran ambos terrenos de maneras diferentes y por medio de criterios totalmente propios. Recientemente (en los últimos seis o siete años) he querido explorar un poco esta frontera, dado que ha sido frecuente que la gente, como tú, me pregunte sobre el erotismo en mi trabajo. Una respuesta fácil sería que la diferencia radica en el nivel de exposición, es decir que lo erótico sería aquello que de una u otra forma se sugiere o se insinúa mientras que lo pornográfico se exhibe de manera explícita. Pero de ser así de simple el problema, inmediatamente esto pondría toda forma de desnudo dentro de la categoría de lo pornográfico y daría la razón a filosofías radicales como algunos islámicos cuando claman que la mujer debería permanecer con el rostro y el cabello cubiertos en presencia de los hombres porque si no serían vulgares (pornográficas).




-También hay quienes esgrimen el argumento que la diferencia radica en el buen gusto y criterio estético o artístico…

-Suponen tras esa declaración que lo erótico y lo sensual requieren de “buen gusto” y que en oposición lo pornográfico no, y sin embargo dentro de la industria de la pornografía es innegable que existen grandes cantidades de imágenes y escenas de gran calidad y gusto estético, y que también hay intenciones sensuales o eróticas en la forma de expresarse, moverse, insinuarse o vestirse de algunas personas, que realmente caen en una profunda vulgaridad a pesar de la intensión sensual. Personalmente no tengo todavía ni la sombra de una respuesta que me parezca medianamente satisfactoria al respecto. Afortunadamente la función del artista no es la de encontrar u ofrecer respuestas sino de hacer un énfasis en la relevancia de una pregunta, o de inspirar una reflexión con respecto a un tema, y este, el de la frontera del erotismo es justamente uno de los que estoy estudiando actualmente con el mayor interés".










-La actitud de sus modelos tienen siempre un tono “dulce” y delicado: inclinan la cabeza, se cubren el cuerpo con sus manos… ¿Por qué no miran al espectador? 

-Casi nunca miran al espectador porque me parece que se rompería la magia de su intimidad al saber que existe alguien que la está mirando. La modelo es una gran ayuda para mí y es muy difícil encontrar a la adecuada. Ella también me da ideas sobre lo que podemos hacer y su actitud es fundamental. Es parte del trabajo y es muy potente la comunicación entre la modelo y yo para trabajar cómodos y poder decir lo que uno quiere. Es como una actriz a la que uno tiene que dirigir.








-¿Quiénes son sus mujeres, qué momento representan y qué nos quieren transmitir? 

-Las mujeres de mis cuadros son modelos profesionales. Seres humanos complejos a quienes la cultura ha restringido enormemente. Mujeres intemporales con historia, sueños, retos, con la esperanza; y muchas veces el miedo, de ser libres. No me considero un pintor de desnudos. En todo caso, citando a la Sra. Lésper, “…la piel como soporte de la narrativa de la existencia”. 
Mi obra no tiene un claro deseo de transmitir o expresar algo como mensaje. Cuando el cuadro está terminado, es casi siempre el espectador quien construye una historia de la obra; que por supuesto es su propia historia. Son las emociones del espectador las que están más en el juego.







-Sus modelos ¿representan el estereotipo de belleza femenina que a usted le gusta? ¿Ha recibido críticas por representar sólo mujeres hermosas? 

-El gusto por la belleza es algo que hemos aprendido y los estereotipos han cambiado a lo largo de la historia. Trato de pintar a la mujer como elemento de la especie humana en nuestro tiempo. Sí, es el tipo de belleza que me gusta, pero sobre todo, es el estereotipo de belleza que le gusta a las mujeres de nuestra época. Me gustan las mujeres que se gustan a sí mismas, que son como ellas quieren ser y no como las demás mujeres piensan que son. Claro que he recibido críticas pero rara vez fueron críticas hechas por mujeres quienes, como dicen los franceses “estuvieran bien dentro de su piel”.





-Sus composiciones son complejas: las modelos parecen interactuar, hay siempre “movimiento” e intervienen telas… 

-Algunas de mis composiciones son complejas pero otras son bastante simples. Creo que un cuadro es un universo cerrado donde cada elemento esta puesto al servicio de una imagen inventada, con los detalles y la atmósfera particular que corresponde a la sensación precisa que quiero despertar.



-Su pintura tiene una carga erótica y sexual muy explícita, ¿por qué?

-El sexo sigue siendo tabú y de alguna manera es bueno que así sea. En los seres humanos pertenece al mundo de lo privado. Cuando lo hacemos público a través del arte se genera una reacción de vergüenza y escándalo. De alguna forma es como la corrupción, se ejerce en secreto pero si alguien la descubre produce rechazo y condena pública. Me gusta ver las reacciones que provocan mis pinturas. No puede haber nada más frustrante para un artista que la indiferencia del espectador ante su obra. Lo sensual insinúa, lo erótico invita y lo porno despoja de toda poesía a lo anterior. Son temas que se tienen que representar con pinzas, porque es fácil caer en la vulgaridad, al menos que sea ese el propósito final. Lo vulgar, lo obsceno, y todo lo explícito también pueden ser objetivos para el arte, pero que a mí no me interesa. Podrá gustarle o no al espectador lo que yo propongo, pero es importante tratar todo con seriedad. Los temas que represento -que tienen que ver con el desnudo y el erotismo- siempre han sido conflictivos y han estado censurados. Hay una especie de condena social y ante eso mucho no podemos hacer.



-Háblenos de la pintura"Los amantes" que has elegido como la más representativa de tu trabajo.

"Los amantes" 

-“Los amantes” la empecé en el 2008 es una pintura de 120 x 92 cm) y es la primera pintura de la serie “Sexo y Belleza” -que la integran doce trabajos-. Más allá del erotismo explícito, lo que pretendía era rendir culto al instinto de reproducción representado en dos cuerpos desnudos amándose. La técnica es mixta. Lo más fino lo trabajo con óleo y el resto con acrílico industrial. Además uso lápiz, tiza pastel, óleo pastel. Me interesa lograr una línea espontánea, fugaz y alegre. Lo que hago es una mezcla de pintura y dibujo. Del mismo modo, me gusta el plano liso y la textura y la incidencia de una luz lateral sobre los cuerpos. Mi mujer y yo fuimos los modelos. Preparé la cámara en el piso y teníamos 15 segundos para abrazarnos y posar hasta que disparara el flash. Fue divertido. 

-¿Es usted y su esposa? 

-Sí, sí, es un secreto revelado (risas). Lo amerita la ocasión. Claro que yo estoy con la piel más oscura… Mi esposa siempre que ve el cuadro me dice en broma: “Está bueno el negro” (risas). 

-¿Qué connotación tiene para usted el erotismo? 

-En mi pintura significa la pasión y el deseo emanando de dos cuerpos desnudos. Me fascina la dictadura que ejerce la naturaleza sobre nosotros. El sexual es el instinto más importante de los seres vivos. Este instinto se manifiesta de diferentes formas pero apunta exclusivamente a la supervivencia. El erotismo es una condición meramente humana y parece cumplir una función previa al encantamiento, a la entrega. Es seducción pura. Hacer arte erótico es ir un poco más allá de un mero desnudo, es despertar íntimas emociones y deseos. Por eso “Los amantes” tiene un segundo plano, en el fondo, mas explícito.






-¿Por qué cree que el desnudo sigue avergonzando a los seres humanos? ¿Ha sufrido alguna vez alguna forma de censura? 

-Bueno, será un poco de pudor, un poco de vergüenza, censuras que incorporamos a través de la cultura, religión, etc… no me he detenido a pensar en el asunto. Varía de época en época y también de acuerdo al contexto. Es gracioso por ejemplo encontrar escandaloso un desnudo artístico a la par que se asimila como algo natural la obscenidad en los medios de comunicación actuales… En lo personal, no he sufrido censuras significativas.










-Sobre la representación de desnudos, ¿cómo trata en general el circuito artístico de su país el tema? ¿lo han censurado? 

-Lo cierto es que yo no he sufrido censura de ningún tipo. El desnudo ha sido tradicionalmente uno de los grandes géneros de la pintura, representado desde la prehistoria hasta nuestros días. Si el artista plasma la vida que le rodea, ¿por qué no ha de hacerlo con el cuerpo humano despojado de artificios, en su desnudez? El desnudo es indisociable de la connotación erótica implícita, pero su representación en el arte ha servido como vehículo de expresión para otros conceptos, como pueden ser la mitología o la religión, por citar sólo dos. Al igual que yo en parte de mi obra, otros muchos artistas españoles tienen el desnudo como parte de sus temas favoritos y lo pintan con suma maestría. En cualquier caso, creo que el problema ante lo ofensivo que puede resultar ver un cuerpo desnudo está más en el ojo que mira.








-Sus modelos son todas jóvenes y lindas; cumplen a la perfección con la noción acerca de "lo bello"... 

-Sí, muchas personas me lo han dicho. Pero no es verdad, he pintado también a personas de mucho peso, o personas no muy jovencitas…. Y un poco gorditas. Me ha gustado hacerlo y lo he mostrado. Pero no es lo que se vende, no es lo que la gente guarda y comparte. Pero te puedo mostrar personas que he pintado por años que es más bien gente “gordeta”. Las personas se pueden representar feas como se puede representar bellas, y eso va más allá de su figura. Lo que la gente comparte y guarda es finalmente lo que a la gente le gusta y quiere ver. El público de alguna manera se identifica con gente bonita o de rasgos finos. Y yo represento en mi pintura lo que le gusta al público. 

-El trabajo con espátula exalta el grado de erotismo y sensualidad que tiene su obra porque en muchas de las poses permite que ciertas zonas no se vean con suficiente nitidez. Invita a la imaginación… 

-Pues, creo que has dicho todo. Hace cuatro o cinco años que trabajo con espátula y lo que me gusta es que me permite trabajar cosas eróticas, sensuales, sin caer en la vulgaridad. La espátula me permite sugerir; mostrar cosas pero sin mostrarlas realmente. El que mira, se hace su historia.





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