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lunes, 2 de febrero de 2015

Juan Manuel Jaimes Roy: Un pintor elegante




Exponente clave del realismo en Argentina, Jaimes Roy reivindica la naturaleza muerta a través de una obra elegante y de impecable factura. “Busco dentro de la pintura mis ideales, lo hago a través del arte realista; y la pasión que siento es lo que me mantiene en este camino”, expresa.

Por Camila Reveco
Periodista cultural con especialidad en artes plásticas
camilareveco.mza@gmail.com
Argentina

La obra del joven pintor Juan Manuel Jaimes Roy (1975), referente del realismo no sólo en su Córdoba natal sino en todo el país, se distingue por varios aspectos.

Los temas representados y su rescate de la naturaleza muerta -o bodegón, término que se le dio en España a finales del siglo XVII-, su despliegue técnico producto de una cuidadosa preparación que comenzó cuando tenía diez años y la elegancia que obtiene en el resultado final de cada cuadro.

Impactado desde chico por el grado de realismo de los paisajes y bodegones de Miguel Pons Tous, Jaimes Roy con catorce años fue alumno del maestro español -radicado en tierras cordobesas- y en su taller logró pulir su técnica. 

El cordobés trabaja con modelo y cuando es necesario con foto. Sabe disponer de manera específica y bajo determinadas condiciones de luz los objetos inanimados que elige al representar.

Encuentra belleza en las frutas, las flores, los paños, los jarrones y las joyas, y esos son los elementos a los que recurre para transformar en objeto pictórico, para reivindicar y eternizar. Las atmósferas que consigue a través de sus naturalezas muertas son finas, delicadas, reinan los blancos y los colores cálidos. 

Su obra nos permite hacer una breve referencia al renacimiento de la "naturaleza muerta”. Se trata de toda una rama dentro de la pintura que fue furor en el arte occidental del siglo XVII y XVIII -y quedaron obras magistrales de ese período-. 


Influencias

Por un lado sus óleos nos recuerdan a clásicos como Jan van Eyck, Caravaggio, Diego Velázquez, Jean-Simeón Chardín o Paul Cézanne, Georges Braque, Henri Matisse y Pablo Picasso. 

Y por otro lado su trabajo reivindica el oficio de miles y miles de pintores alrededor del mundo que siguen eligiendo al realismo para desplegar sus capacidades. 

Jaimes Roy -junto a todo un grupo de artistas que demuestra maestría y técnica- representa hoy la verdadera resistencia frente a los que insisten en presentarse como actuales haciendo ready-made o performances efímeras de dudoso valor estético. Propuestas que necesitan de un curador que elabore ingeniosos discursos y teorías para aportarles algún valor. 

En definitiva, como expresa nuestro pintor: “Todo arte que necesite de una explicación para su compresión, falla”. En la pintura de Jaimes Roy la naturaleza muerta -y todo el realismo- está más vivo que nunca.





-Usted pinta naturaleza muerta y además figura humana. Nos interesa por esta vez lo primero ¿por qué bodegones?

-Empecé a pintar a los diez años. Hasta los catorce estudie dibujo sólo con naturaleza muerta. A veces practicaba figura o paisajes con óleo pero sin lograr lo que quería. A los catorce me conecto con un artista español radicado en Córdoba: Miguel Pons Tous -uno de los mejores pintores realistas de mi provincia-. Él -por un tiempo- termina de pulir mi pintura y es en su taller donde me doy cuenta que una naturaleza muerta bien pintada puede ser tan compleja e interesante como un cuadro con figura humana. Hasta el día de hoy me entusiasma trabajar en el tema. He ido evolucionando: la composición fue haciéndose más comprometida con el tiempo. Normalmente elijo objetos y materiales para componer que son recurrentes: los paños blancos, las jarras de metal… Incluso cuando pinto figura también aparece la naturaleza muerta rodeando al personaje.


-¿Dónde encuentra la riqueza en esta naturaleza que un día estuvo viva?

-La riqueza tal vez la busco en el ingenio de cómo componer, en la disposición de los elementos a pintar, en el equilibrio del color, la focalización de la luz y el manejo de la técnica. Se debe lograr “un todo” con la intención de alcanzar el clima en la obra que quiero plasmar. Se trata de hacer ver elementos cotidianos para todos pero de una forma menos recurrente. Esto es lo lindo que tiene la pintura, que puede transformar la realidad sin dejarla de lado. Creo que de esta manera se sustenta más la vivacidad de simples objetos como frutas, jarras o un ramo de flores. Es entonces cuando los elementos se convierten en simples pretextos conductores de mi imagen pictórica. La pintura terminada logrará que se mantengan vivos por tiempo indefinido.




-Pintar elementos comunes y corrientes es una forma de relativizarlos…

-Sí, claro. La idea es que dejen de verse tan “comunes y corrientes” y pasen a una instancia en donde se resalte su belleza. Con el tiempo dejé de obsesionarme con la técnica o el dibujo y empecé a darme cuenta de que a través de la simpleza se puede transmitir mucho. La simpleza puede ser sensual, puede indicar una pausa, un silencio, puede incluso ser excesiva….


-Teniendo en cuenta el desarrollo del bodegón desde tiempos remotos, ¿qué lugar ocupa en el presente?

-Siempre se lo ha menospreciado comparándolo con la figura humana. Calculo que es porque todos empezamos a pintar practicando con bodegones y por eso mismo se lo ve como algo más fácil de representar. Pero hubo, hay y habrá grandes obras de naturaleza muerta: los girasoles de Vincent Van Gogh, la canasta con frutas de Caravaggio o las grandes mesas tendidas del siglo de oro holandés, por nombrar sólo algunos ejemplos. Actualmente hay pintores geniales en Argentina que pintan naturalezas muertas exquisitamente como Juan Lascano, “el dueño de la luz”. La naturaleza muerta siempre va estar porque es parte del recorrido del arte.


-¿Considera que dentro del realismo contemporáneo hay un regreso a esta temática "humilde"? 

-No lo sé con certeza, pero creo que hoy -por lo que he visto fuera de nuestro país- hay una obra más intimista. Se ven grandes formatos de auto-retratos llevados a la perfección icónica y muchas representaciones de situaciones cotidianas, como si fueran sacadas de una reunión social del propio pintor. Creo que esto habla en parte del individualismo que tenemos como personas. Me incluyo. Yo busco lo que pinto y pinto una parte de mí.

-Pinta con modelo en vivo? 

-Trabajo con modelo en vivo y con foto. Amo la tecnología y soy partidario de usarla a la hora de trabajar. Estamos en el siglo XXI y hay miles de cosas que nos pueden ayudar frente a la tela. Pero no hay que confundirse: pintar se hace y se seguirá haciendo de una sola manera: con pincel en mano. Y a mí me gusta reivindicar el dibujo con modelo en vivo porque es en ese momento cuando uno más educa el ojo. De esa manera se entienden los volúmenes producidos por la luz, el porqué de los dobleces de una tela o la forma de una mano. Una vez que esas proporciones se manejan a la perfección una fotografía puede llegar a servir, ayuda. Pero salta a simple vista cuando alguien pinta con foto sin tener conocimientos previos –sin manejar la técnica-. Ahí falla el dibujo, la perspectiva y hasta el color.


-Usted se vinculó al circuito artístico europeo –pintó casi una década exclusivamente para el mercado español- luego regresó a nuestro país... ¿Cómo fue aquella experiencia?

-Hermosa. Allá me presentaban como “pintor”, nada de artista plástico. Ellos como pueblo tienen un gran afecto por su arte porque se identifican con él. Fueron años de gran libertad de trabajo. La única exigencia -si se podría decir así- era que trabajara en grandes formatos, y yo feliz, porque que me siento mucho más cómodo a la hora de hacer figura humana en tamaños grandes. Fue muy enriquecedor trabajar para la Fundació de les arts i els artistes de Barcelona. Gracias a esos ocho años de trabajo obras mías son parte de la muestra permanente Museu Europeu d'Art Modern, -MEAM-, de esa ciudad. 


-De acuerdo a lo que ha visto: ¿Qué papel ocupa el realismo contemporáneo frente a todas las “otras” propuestas “vanguardistas”? ¿Está relegado o por el contrario hay una especie de “renacimiento”?

-Hoy el realismo se ha reivindicado en el mercado actual. En sus distintas formas de manifestaciones, hay una nueva camada de artistas -de la cual me siento parte- que estamos apostando por esta manera de representar. ¿Por qué? Con total certeza no lo sé, pero quizás sea porque buscamos cosas que nos identifiquen más con el hombre actual. Creo todo lo que surgió en los tiempos reales de la vanguardia, ya no sustenta, no identifica, a gran parte de pintores o de escultores. Y creo además que el hombre contemporáneo ha superado a las manifestaciones que hoy se autodenominan de vanguardia. 

-Muchas propuestas del arte contemporáneo cuentan con el apoyo incondicional por parte de la crítica. Es paradójico porque para gran parte del público son trabajos incomprensibles pero los curadores insisten en condecorarlas…

-Todo arte que necesite de una explicación para su compresión, falla. Esas propuestas, que hoy se ven con gran despliegue, han estado avaladas por un mercado que vio en su momento la veta comercial. Un mercado que creó supuestos artistas que producen cantidad en vez de calidad. La liviandad del resultado es lo que aleja al público. Las muestras están pensadas para entretener. Y eso es delicado: se confunde el hecho de ver un producto artístico con la idea de pasar un momento divertido. Como si se tratara de recorrer, durante una tarde soleada, un parque de entretenimientos.

El ready-made y su factor de sorpresa rompía con las estructuras para replantear nuevas ideas pero en su tiempo. Hoy, a casi más de un siglo de su aparición, el hombre actual no se moviliza. Al contrario, lo pone en una situación de ninguneo.


-¿Cómo moviliza la obra de arte?

-Para mí la obra de arte tiene que contar con una situación que se plantea, que plantea su creador, y con su necesario sustento de recursos técnicos. La exacta conjunción de estos dos principios eleva la poética de la obra. Es ahí cuando moviliza al que la aprecia, porque lo involucra en el sentir. Si una pesa más que la otra, la obra se desequilibra y el mensaje artístico no llega a quien lo recepta.

Una pila de sillas o recortes de papeles en una mesa no son más que eso: una pila de sillas y recortes de papeles en una mesa. Cómo no son más que eso, sí o sí necesitan de un curador, que le explique al que ve, de que se trata eso. Desde mi humilde punto de vista, ahí la idea pesa más que el recurso técnico. Algo está fallando.




-El arte es una forma de hacer política. Usted como pintor, ¿de qué forma milita?

-Todos hacemos política, es inherente a uno. No existe el “no entiendo de política” como tampoco el “no entiendo de arte”. Cultura no sólo es hablar de pintura. Cultura es hablar de quienes somos, de cómo interactuamos y de cómo nos definimos como pueblo. Es el cimiento propio de toda comunidad que la diferencia a su vez de otras. Yo milito desde mi trabajo y con el respeto que eso me demanda. Pinto y me he preparado para esto durante más de veinte años. Busco dentro de la pintura mis ideales, lo hago a través del arte realista; y la pasión que siento es lo que me mantiene en este camino.

-Si bien es un pintor joven, ¿qué consejo les da a los que recién comienzan?

-Que crean en quienes son. Que busquen dentro de cada uno, que profundicen en sus ideales y que para eso se capaciten. Vale creo, para cualquier disciplina artística, incluso para cualquier otro camino que se elija.


Sobre el artista:

Juan Manuel Jaimes Roy, pintor realista. Nació el 11 septiembre de 1975 en Córdoba, Argentina. 



Sus preferencias:

Un gusto: un rico café con un cigarrillo.
Un libro: el que tengo a la hora de ir a dormir.
Una película: la que me hago a la hora de pintar.
Un grupo de música o cantante: desde Chavela Vargas hasta Daft Punk- Pluralidad.
Una canción: la que suena de fondo en un bar con amigos.
Un hobby: tener mi casa ordenada.




Contacto: 

Facebook: jaimesroy@facebook.com
Mail:info@jaimesroy / jmjaimesroy@hotmail.com

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La entrevista se publicó además en el Diario Los Andes, Mendoza, Argentina - Suplemento de Cultura
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