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jueves, 5 de febrero de 2015

Beatríz García Huertas: "La técnica es como la palabra"



Beatríz García Huertas es una reconocida escultora de la provincia de San Juan, quien a través de su obra nos embebe en el arte de encontrar las formas y, en eso, encontrarnos a nosotros a mismos.

Por Camila Reveco
Periodista cultural con especialidad en artes plásticas
camilareveco.mza@gmail.com
Argentina

Suplemento de Cultura - Diario Los Andes 

La escultora argentina, nacida en la provincia de San Juan, Beatríz García Huertas trabaja con los materiales propios del oficio y modela como se ha hecho por siglos la piedra o la madera sometiéndose a las leyes orgánicas de la materia prima elegida.

Dentro de la creación artística y sus infinitas posibilidades, la escultura demuestra especificidades que resultan fascinantes al momento de expresarse: es que el objeto escultórico es tridimensional y ocupa un espacio determinado. 

En el Renacimiento se consideraba que un escultor es aquel que quita materia de un bloque hasta lograr que la figura aparezca (así lo explicaba Miguel Ángel cuando le preguntaban por su David). 

Por consiguiente, "esculpir" es quitar, saber detenerse, presionar, golpear de un modo certero, pulir y nunca equivocarse porque un golpe mal dado no tiene retorno. Todo esto para que “aparezca” el objeto artístico en potencia. 

Las figuras de Beatríz García Huertas saben brotar. La artista plástica sabe elegir cada material para cada obra; característica de todo buen escultor: seleccionar siempre con gran cuidado la piedra o madera sobre la cual van a trabajar. La elección de una madera –por ejemplo- no es solamente por su color, dureza o belleza: el dibujo incorporado en la veta tiene un papel fundamental y saber usarlo es producto de un discernimiento muy adecuado. 

La artista expresa total imaginación e impecable factura. Su trabajo trasluce momentos frágiles y melancólicos, de increíble sutileza, como también denota un lado lúdico, más apasionado, suelto y rebelde. 

Resultado de una obra hecha a conciencia, segura y tenaz.



-¿Cuándo descubrió que tenía "facilidad" para la escultura?

-Desde muy pequeña... jugando con migas de pan hacia flores y animalitos. En el colegio tallaba tizas con un alfiler, escondida en el último banco del aula. También modelaba el barro del jardín de mi abuela. Modificaba todo material maleable: arcilla, jabón, parafina, yeso, papel, entre otros. Este entusiasmo y placer fue el inicio de una vocación que finalmente me lleva a la universidad. Para mí, el arte es una necesidad, como el juego para el niño. Por eso lo disfruto tanto. A veces ni cuenta me doy de las horas que paso trabajando.

-¿Su obra la conecta a su infancia?

-Sí. Sigo jugando con puntos líneas, formas y colores. Me divierto y sufro como un juego que tomo muy en serio. Invierto la mayor parte de mi vida sabiendo que es un juego, que no puedo dejar de jugar.



-El uso del color es poco usual en la escultura: ¿lo aplica o los materiales los traen incorporados?

-Cuando trabajé con el mármol -durante dieciocho años- , con la técnica talla directa, una de mis intenciones en aquellos trabajos fue mostrar la belleza natural de ese material, que justamente no necesita colorearse. Cuando decidí comenzar a trabajar el metal, quería mostrar lo mismo. Pero no todos los metales resisten el paso del tiempo sin una protección. Por eso mismo, investigué antiguas fórmulas de oxidación con temperatura para generar una protección permanente, como también apliqué esmaltes de horno para el hierro y cobre. Los últimos trabajos en aluminio me han permitido dejar el material al desnudo sin que la oxidación los deteriore. Y es en esta etapa en donde tuve la necesidad del color -ya sea en grandes o pequeños planos-. A la madera nunca la he coloreado porque me gusta dejar al descubierto la belleza de sus vetas, su propio color y calidez.


-¿Cuáles son las bondades que más aprecia de esos materiales?

-Todos los materiales tienen bondades y dificultades, por eso es un desafío trabajarlos y para mí una aventura. Cuando trabajé la piedra quise tallar los diferentes mármoles del país y para eso fui a las distintas canteras. Algunos resultaron excelentes para la talla y otros no tanto -por su dureza o por tener el grano demasiado grueso-. Los mármoles del exterior -como el Carrara, el negro belga, entre otros- son un placer trabajarlos. La talla directa, que es la técnica que uso, requiere de mucho trabajo y oficio porque la piedra es dura pero también es frágil, y con un golpe mal dado puede abrirse… y deteriorarse la obra. Es un material bello y eterno, y a su vez, tiene en su contra la dureza, el peso y la fragilidad. El metal me permite esculturas de gran porte, por su menor peso y por las posibilidades que te permite de trabajarse con diferentes técnicas. La que más uso es la chapa batida y soldada, pero también el plegado de chapa, engrampado, fundición, ensamble. El moldeado y esmaltado, la vitrofusión de vidrio, me ha permitido disfrutar de la transparencia, del color, la luz y de lo etéreo del material. 

- El punto o el círculo, ¿qué connotación tiene en su trabajo?

-El punto y el círculo -trasladado a la escultura en forma de esfera, rueda, o pequeños módulos- los he utilizado en forma permanente en mi obra. Siempre de un modo diferente en distintas series. Aparecen como origen, comienzo, proceso continuo o incluso como ritmo permanente que vuelve a sí mismo. En los últimos trabajos, he representado el punto con tuercas y tornillos, para configurar estructuras más elaboradas. Siempre en colores primarios intentando representar una epidermis.


-En el mercado del arte se considera a la madera como materia efímera comparada con la piedra o el bronce...

-La madera ha sido uno de los materiales más usados desde la antigüedad para la escultura. Si bien es cierto que este material sufre deterioro a la intemperie, hoy no es un problema: existen diferentes productos para protegerla. Por eso mismo en la actualidad no se desvalorizan las obras de acuerdo al material. Lo que prima es la idea y en todo caso, el acierto en la elección del material y su utilización como refuerzo expresivo de la forma. Todo depende de “que” expresen y “como” técnicamente estén resueltos. Yo trabajé durante muchos años el mármol, un material costoso y bello por sí mismo, pero también ha querido trabajar con otros totalmente diferentes: en la serie: “Angelitos de chatarra” de 2006, elegí partes de automóviles conseguidas en chacaritas y las ensamblé con madera, por ejemplo. El cambio de material respondió a la necesidad expresiva del tema, y no creo que el empleo de estos, modifique su valor con respecto a los trabajos anteriores.

-Su obra es prolija, ¿refleja una personalidad prolija?

-Si el trabajo escultórico se puede trasladar a lo personal enseña mucho a bucear en uno mismo y enseña a lidiar con la realidad circundante: a tener paciencia, resistencia al fracaso, esperar un largo proceso para ver la obra terminada… Siento que la técnica es como la palabra: si no hay que decir, si no hay un sentimiento o no hay una idea que transmitir, no tiene sentido. Por eso me baso en las necesidades que tengo de crecimiento interno cuando elijo el tema. Cada obra debe tener una motivación profunda, una enseñanza y la posibilidad de transmitir, de comunicar al otro no sólo la idea, sino también la vivencia del proceso creativo. Siento las diferentes manifestaciones artísticas como una necesidad interior, una búsqueda de un mundo más rico espiritualmente y un modo de comunicarme con el otro. La prolijidad tal vez sea el resultado del esfuerzo de unir, ordenar ideas, sentimientos, materia, técnicas, pero no la intención primera. 


-Su obra tiene referencias figurativas...

-Una de las temáticas que me ha interesado abordar es el ser humano, sus conflictos internos, su posibilidad de crecimiento, su lugar en la sociedad actual. De ahí la referencia figurativa en varias series de mi obra. Pero no porque piense que la abstracción no puede comunicar sentimientos, problemas, tensiones con otros elementos plásticos. He trabajado la abstracción cuando me resultó más adecuada para la temática que quería abordar. Son diferentes modos de aproximarse a las necesidades expresivas.


-¿La figuración colabora para que su arte se acerque mejor al público?

-No creo que la figuración llegue al público de una forma más directa que la abstracción. Sí pienso que es la capacidad de comunicación que tiene la obra, la que hace la diferencia. Muchas veces algún espectador me ha comentado sensaciones, ideas que le despertó el trabajo, que yo no las había percibido. Tal vez lo que sentía el espectador estaba en mi inconsciente o el espectador la completó con sus vivencias.

-¿El espectador debe interpretar a la obra de arte o sólo disfrutarla?

-La obra “no es” hasta que el espectador no está en contacto con ella. Mi actitud es dejar la escultura una vez terminada a consideración del espectador para que sean las formas, la textura, el color, las líneas, las tensiones, es decir las cualidades plásticas expresivas, las que dialoguen con el espectador. Para que la obra viva por sí sola y diga si tiene algo que decir. Yo ya no estoy, el momento en que la hice no es mi presente.


-Cierta escultura contemporánea trabaja con materiales en desuso y los amontona en un espacio expositivo. ¿Qué opina de esas expresiones que parecen estar de moda?

- Lo que hace que una manifestación plástica sea una experiencia estética de valor, depende de la idea y el concepto con que se seleccionaron los elementos a poner en juego, el sentido y el modo en que se colocaron, la intención expresiva y la relación con el espectador. A mi entender todo depende de la verdad interior que se quiere transmitir, compartir con el otro de un modo auténtico, original y con el mejor lenguaje plástico para que pueda llegar al observador.

-¿Por qué el interés por la fauna?

-En la última exposición 2014 –que realicé en el Museo Provincia Franklin Rawson de San Juan- no tuve un interés especial por la fauna. Hacía referencia más bien a todos los seres vivos. La muestra “¿Qué nos une?” no tuvo la intención de contestar la pregunta sino compartir un interrogante. Una aventura entre la realidad interior y la que nos circunda con la esperanza de generar nuevos lazos y canales que nos permitan ver más claro la conexión de todo lo existente: lo animal, lo vegetal, lo humano. Y a través de puntos, líneas, formas y colores poder imaginar pieles, redes, lazos que unan las diferencias y nos hablen de esa esencia común que todos los seres vivos compartimos. De esos pequeños cosmos de diferentes colores que somos, donde incesantemente se renueva la vida.


-¿Cuáles son los movimientos y los artistas que más la han influenciado?

-Me resulta difícil saber realmente qué me pudo haber influenciado. Tuve la suerte de viajar, de estar en contacto con obras de diferentes corrientes plásticas de la historia del arte. Conozco los lineamientos actuales del arte, recibo el bombardeo de imágenes permanente de esta época. Sin lugar a dudas las influencias están, los gustos de la época marcan. De algún modo se absorbe todo esto, intento comprenderlo, enriquecerme para poder transformarlo a través de mi óptica, de mi sentir, de mis posibilidades.

-¿Qué opinión le merece el escenario de las artes plásticas en San Juan?

-La creación del nuevo Museo Provincia Franklin Rawson conjuntamente con el Auditórium Juan Victoria, han estimulado un mayor movimiento en la plástica sanjuanina y también un intercambio con la plástica del resto del país y del mundo. Exposiciones simultáneas en forma permanente de diferentes corrientes plásticas, conjuntamente con el crecimiento en el área teatral y musical han enriquecido de forma notable la vida cultural sanjuanina.


-Si tuviera que elegir sólo una escultura que le cause profunda admiración, ¿cuál elige y por qué?

-Elijo una escultura del inglés Henry Moore, “Reclining Figure”, de 1948. Me interesa la innovación que realiza al incorporar el vacío como parte de la escultura, tratamiento que fue importante en sus obras desde 1934, hasta llegar a un punto en el que vacío y materialidad cobran la misma importancia. Esta obra es un ejemplo de esta búsqueda. Tiene zonas de mayor fuerza visual, con estructuras firmes (como el arco que forman los brazos y hombros) y otras de líneas más suaves, íntimas, donde participa muchas veces el vacío. Creando de esta manera un exterior firme, protector, y un interior que es necesario proteger.

La entrevista se publicó en el Suplemento de Cultura - Diario Los Andes, Mendoza.

Sobre la artista:

Beatriz García Huertas es Profesora de artes plásticas. Vive y trabaja desde la ciudad de San Juan, República Argentina. 


Sus gustos: 

Un libro: “La realidad del Ser” de Jeanne Salzmann

Una frase: “El trabajo realizado con amor es el secreto de todo orden y toda felicidad”, de Auguste Rodin

Un grupo de música o compositor: Nana Mouskouri

Una canción: “Honrar la Vida” de Eladia Blázquez 

Una película: “El Arca Rusa” de Alexander Sokurov 

Un hobby: leer 

Un lugar en el mundo: mi casa 

Contacto: 

beatrizgarciahuertas@hotmail.com

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