Creció en Perú y estudió en la reconocida Escuela de Bellas Artes de Trujillo. A mediados de los noventa llegó a Chile y hoy es uno de los grandes referentes de la plástica contemporánea. Luis López Cruz experimenta distintos soportes y materiales, y a lo largo de sus veinte años de trayectoria se ha mantenido fiel a la pintura. A través de un amplio manejo del color, su arte también puede verse en murales de grandes dimensiones en Estados Unidos, Noruega, España y Chile. Ophelia tuvo el gusto de charlar con él en su casa-taller de Santiago.
Por Lic. Camila Reveco
creveco@revistaophelia.com
PINTA TU ALDEA, Y PINTARÁS EL MUNDO
Su infancia, las vacaciones de verano junto a sus primos, las tardes de pesca, los paseos a caballo, los atardeceres en las playas de Trujillo… todos los recuerdos se presentan en imágenes que actúan como hilo conductor y se entrometen en la pintura del artista Luis López Cruz. Allí, en su obra, está la memoria viva, el recuerdo de la niñez y la juventud, el pasado eternizado; se trata de su Perú natal, que lo acompaña siempre y a dónde vaya.
“Yo en general me concentro en mis experiencias de vida de la infancia para pintar. Mi arte tiene que ver con mi cultura local. Trabajé un tiempo de pescador siendo niño, era una actividad que hacíamos en grupo con los primos; también montaba caballos, me encantaba… por eso los pinto. De hecho mucha gente creía que iba a ser jinete porque era súper chico y delgado. Pero la experiencia vivencial es recurrente en mi obra. Posiblemente sea más light mi obra en el sentido de que no ahondo en lo político. Pero es que mi vida también ha sido light… yo no viví un Golpe de Estado, me vine a otro país pero porque lo elegí; y ya era grande”.
Son las palabras del pintor peruano. Un hombre honesto y sereno que habla de forma cálida y tranquila: “Puedo creer en la política pero soy apolítico -expresa-. No soy de izquierda ni de derecha. Yo creo en las personas que hacen las cosas bien. En el tema religioso me pasa lo mismo”. Un hombre que, además, pinta excepcionalmente bien y es dueño de una obra original y vibrante. En su trabajo está presente la cultura Mochica; también la Nazca, con sus enigmáticas líneas trazadas en la tierra (en abril de este año, arqueólogos peruanos descubrieron nuevos grabados en el alto desierto del Perú de hace más de un milenio). “La alegría de los colores, la diversidad cultural y su riqueza, el contexto visual, sonoro… todo marca tu propuesta”, dice convencido.
CHILE: UN NUEVO PUNTO DE PARTIDA
Luis López Cruz nació en Perú y llegó en 1996 a Santiago de Chile en busca de nuevos desafíos.
“Este es un país que me abrió las puertas y estoy muy agradecido. Cuando vine para acá pensaba que iba a ser sólo por seis meses; quería irme luego a México y después a Estados Unidos. Pero me quedé, acá formé una familia, tengo a mis dos hijas. Y si bien pienso que quizás éste no sea el mejor momento, en cuento a mercado artístico se refiere (muchas galerías cerraron, otras son bastante inestables), Chile me permitió desarrollarme como artista”, cuenta.
En ese momento de transición no habían en Santiago la cantidad de galerías que hay ahora, era Tomas Andreu uno de los espacios de arte más importantes para el contexto local, que en su sede de la Nueva Costanera, mostraba especial interés por la pintura figurativa de la época. López Cruz fue bien acogido por Chile desde el comienzo y enseguida valoraron su capacidad: “Creo que venir de afuera me beneficio en ese momento -recuerda- Es como cuando llega un nuevo vecino y todos los miran ¿no? Era distinto, llamativo… Pude trabajar en ese momento con varias galerías”.
-¿Qué impresión te causó ese escenario artístico?
-“La pintura de Chile, a mediados de los 90, era profundamente distinta a la de Perú. Acá se notaba un corte social y político diferente al nuestro. Y como mi trabajo tenía color principalmente, eso ayudó un poco a marcar la diferencia dentro del contexto local. En ese momento conocí, y me hice muy amigo, de artistas como Pablo Domínguez o Gonzalo Cienfuegos que me hacían notar que mi color significaba un aporte. Éste es, pienso, en ese sentido, el país menos latinoamericano comparándolo con otros de la región… El arte chileno tiene algo particular, quizá está marcado por lo político ¿no? Un régimen militar muy extenso, muchos exilios… Por eso la pintura es más gris, hay otro tinte de lenguaje. Igual con el tiempo fui adquiriendo ciertos códigos de la pintura local. Ha habido una fusión y retro-alimentación de tendencias sociales y culturales”.
LA FIGURACIÓN, SIEMPRE PRESENTE
En cada obra de Luis Alberto López Cruz -de marcada impronta latinoamericana- hay un mundo real e imaginario que late; un mundo plagado de rojos, tones ocres y dorados (el color es punto básico y clave para adentrarse en su pintura). La fuerza expresiva y energía radiante de su trabajo le otorga una singularidad y vitalidad propia. A través de la nueva figuración, se expresa a través de distintos planos. Cada uno incita a una lectura onírica plagada de sugerencias. Premiado y reconocido en muchos países, los cuadros y murales del joven artista peruano han alcanzado un sello distintivo que emana de un poderosísimo dibujo en donde logra complejas composiciones. El suyo, es un mundo mágico, un grito pictórico a la sensibilidad y la cultura propia.
“Mi pintura ha ido avanzando, pero lentamente. No tiene la intención de mostrar un lenguaje rupturista, no me interesa avanzar, por ejemplo, en lo conceptual. Acá ahora están de modas lenguajes que quizás están de retirada en otros lugares del mundo, como las performances. Hoy las galerías buscan propuestas de ese tipo. A lo mejor, todavía sigo siendo un romántico de la pintura… Lo mío es más lento y aunque el tema de la experimentación con técnicas lo he considerado, me cuesta sentirlo realmente”.
-¿La pintura es visceral?
“Si, y más transparente. Implica trabajo hecho a conciencia. Se nota cuando algo es superficial. En esto de pintar hay una constante aprendizaje de búsqueda que impone tratar de hacer las cosas cada vez mejor. Los artistas tenemos que ser versátiles e investigar, no quedarnos en el mismo lugar. No sólo variar en los temas, también en los formatos, materiales… sin perder, claro, la línea de trabajo”.
Ese dominio técnico del que ostenta y su destreza al pintar es evidente; pero más allá del talento innato, la Escuela de Bellas Artes de Trujillo en donde López Cruz estudió, y de la cual egreso en 1994, tiene su mérito. Mientras en Europa se vislumbraban, a comienzos del siglo XX, las vanguardias, Latinoamérica creaba sus primeras escuelas de arte para la construcción de una tradición plástica propia. En ese marco se funda en 1918 la Escuela de Bellas Artes en Perú: institución que desde sus orígenes demostró ofrecer siempre una excelente base técnica, la misma que marcaría el rumbo del pintor peruano para distinguirse, sin proponérselo, de muchas de las propuestas estilísticas de moda, algunas, no sólo pobres en oficio sino también carentes de imaginación que sólo a través de un discurso curatorial, justifican su existencia.
“No creo necesario contaminar la obra con un discurso; lo interesante es que cada persona pueda darle sentidos distintos a la obra porque si no se pierde la magia. Pienso que hoy cuesta integrarse un poco más al ambiente porque justamente, los espacios optan por estas propuestas que están de moda”.
El trabajo de López Cruz, de identidad inconfundible, marca un trazo fundamental en el arte latinoamericano.
“Me siento un pintor realizado -piensa- pintor exitoso no sé; aunque habría que tener en cuenta las aristas de lo que es el éxito. Tengo mi familia, un hábitat que es mío, puedo vivir de esto… Para mi pintar es una fiesta. Puede que tu trabajo tenga que darte dinero y lo necesites para vivir, pero a mí no es puntualmente lo que me hace feliz. La pintura es mi compañera. Imagínate, vengo a Chile, un país que no es mi país; no he tenido nunca un jefe… ¿Cómo no voy a estar feliz? Sería un mal agradecido a la vida. Felicidad es llegar a tu casa, tu perro te mueve la cola, tus hijas te dan un beso y te dicen: “Te amo”. Eso es más importante a que te entreguen un diploma o un aguinaldo ¿no? Para mi crear, dibujar y pintar es un premio. Es adrenalina pura tener cinco telas al frente y pensar ¿qué va a salir de todo esto?”.
LUIS ALBERTO LÓPEZ CRUZ / BÁSICO
Nació en Perú el año 1970. Estudió Artes Plásticas en la Escuela Superior De Bellas Artes en Trujillo Perú, de donde egresa el año 1994. Vive en Santiago de Chile desde 1996.
Contacto: Facebook del artista
Agradecimiento especial a Gonzalo Espinosa Menéndez
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