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miércoles, 19 de abril de 2017

Jeanne, la musa que sufrió por amor




En julio de 1917, el pintor italiano Amedeo Modigliani conoce en París a la joven Jeanne Hébuterne, se enamoran, viven juntos y protagonizan un amor verdaderamente trágico. 



Por Camila Reveco 
para Art Galaxie de Portugal 
desde Argentina


Al tiempo, él muere enfermo de tuberculosis y ella, incapaz de soportar la pérdida y estando embarazada de nueve meses, se suicida saltando de un quinto piso, dejando huérfana a una niña muy pequeña, hija de ambos.

“Modi”, como lo llamaban sus amigos, la pintó fiel a su estilo: con líneas sinuosas, colores pálidos, el cuello alargado. En varios retratos la representó con los ojos en blanco porque, según sus propias palabras al comienzo de la relación, hasta que no descubriera su alma, no podría pintar su mirada.




Con fama de joven brillante y exquisito, se consagró en el tiempo como un gran pintor – nadie puede negar su genio - y los aspectos de su vida desordenada - excesos de alcohol, drogas y muchas, pero muchas mujeres - quedaron justificados por tratarse de un auténtico bohemio y excéntrico de la época.
Su compañera, Jeanne, quién era también una buena pintora y pero nunca trascendió como tal – de hecho, no se conocen ni siquiera los retratos que le realizó a Amedeo - ocupa el lugar de “la musa de Modigliani”, como si fuera un papel heroico, un lugar del cual ella pudiera estar orgullosa. Jeanne es “la mujer que dio la vida por él” (literalmente).


El, fue enterrado como un verdadero príncipe. Ella, terminó siendo enterrada a escondidas por su familia.
¿Cuál fue el costo que tuvieron que pagar - en vida - esas compañeras de hombres tan temperamentales, para finalmente ser re-conocidas como “las musas de”?
Quizás, Agnes Gund, Presidenta Emérita del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMa), tenga razón cuando en una entrevista afirma que, al idealizar a la mujer, el hombre finalmente la convierte en objeto, aunque luego le ponga el nombre de “musa”. “Las musas – dice – no son más que otro modo de reducir la mujer a objeto; bellísimo, pero objeto. El hombre idealiza a la mujer cuando no sabe verla como igual. Es su modo de no compartir su poder”.
Muchas “musas” fueron en realidad mujeres víctimas de hombres tremendamente ególatras y sufrieron en silencio una vida llena de infortunios, que luego la industria cultural se encargó de replicar en infinidad de libros y películas. 




En la pintura donde Jeanne posa con un vestido azul, puede verse por primera vez lo que Modigliani definía como “alma”. Le pintó finalmente los ojos. Y la mirada es la expresión de alguien profundamente triste. Allí está sentada una joven que atraviesa un intenso dolor.

Amedeo Modigliani -Jeanne Hébuterne-1920


No sabemos si Jeanne tenía una debilidad inherente a su personalidad - muchas fuentes coinciden en referirse a ella como una joven tímida - pero si podemos suponer que conocer a Amedeo no la hizo feliz.
Es probable que haya esperado tener una vida mucho más apacible y no una marcada por un final trágico y con un epitafio como el que está hoy en su tumba:
“Compañera devota hasta el sacrificio extremo”; ideal para el imaginario social o la pantalla grande, quien primero la recordará, como la musa de Modigliani y luego, como una mujer que sufrió - demasiado - por amor.




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