El pintor argentino se refirió a la relación entre arte y naturaleza, eje que atraviesa toda su obra pictórica. “La Tierra aparece y de forma tamizada es una especie de hilo intangible que une series de distintas épocas”, reflexiona.
Por Camila Reveco
Periodista cultural con especialidad en artes plásticas
camilareveco.mza@gmail.com
Argentina
Representar temas ecológicos no es frecuente entre los pintores contemporáneos. En la obra del pintor mendocino Fernando Jereb cada pincelada celebra la vida; la llena de magia y libertad.
En su maravilloso realismo la gran protagonista es la Tierra, “refugio” de todos nosotros y elemento unificador. Nidos, árboles, plumas y viento zonda también son recurrentes “personajes” en su pintura.
Siempre el eje es el mismo: el ser humano en armonía con el medio; no por encima o fuera de éste. Incluso cuando la figura humana no está representada el mensaje es igual de claro y transparente; el ecosistema tiene derecho a existir por sí solo y quizá la interferencia actual del hombre en el mundo natural está siendo excesiva.
La preocupación de Fernando Jereb por la fragilidad de la naturaleza y su sensibilidad por el hábitat es tan autentica como todo su trabajo: “Me duele el daño que le podemos provocar al planeta y en algún punto siento que tengo herramientas a mi alcance para poder alertar y alertarme sobre qué Tierra le queremos dejar a nuestros hijos”, dice el pintor.
Sin duda el mayor logro del creador mendocino, y su aspecto más distintivo, radica no sólo en cuidar la técnica, sino también en demostrar una cosmovisión holística que le permite expresarse como pintor y celebrar la naturaleza con profunda conciencia.
Su contemplación, reinterpretación y representación acerca de lo ecológico -con un alto componente imaginativo- lo hace un artista íntegro; con implicaciones intelectuales pero por sobre todo emocionales.
Lo de Fernando Jereb es un viaje al centro de la Tierra.
La “bonita locura” de pintar
- Hay temas recurrentes en su trabajo artístico: montaña, suelo, viña, viento. En general “la Tierra” parece ser un fuerte inspirador ¿es así?
-La verdad es que la Tierra aparece y de forma tamizada es una especie de hilo intangible que une series de distintas épocas. La Tierra y también la casa, como elemento abrazador, de contención del hombre. Esta especia de “refugio” que buscamos los seres humanos, nuestro lugar en el mundo. Nuestro pedacito de tierra. Respecto al zonda, tengo una época –a fines de los `90- en las que trabajaba ciertas tonalidades terrosas oscuras; y allí aparecía el zonda invadiendo las obras. En esa época recuerdo que comencé a pintar nidos que parecían flotas, o parecían entregarse al viento… a ese zonda que tanto nos ha “castigado”.
-En un principio la figura humana estuvo presente, sin embargo, en sus obras recientes, desaparece ¿por qué?
-Sí, es así. A principios de los 90 me atrapaba trabajar con la figura humana, de hecho realice toda una serie de desnudos, donde la mujer era protagonista. Las figuras eran "apariciones". De a poquito la figura humana fue desapareciendo, dándole un espacio protagónico a objetos cotidianos, elementos con los que encontré la forma de contar historias: mesas y sillas vacías, jaulas abiertas o cerradas... árboles, nidos y plumas flotando, infinitos laberintos que se perdían en el horizonte. Siempre recuerdo de aquella época la obra "Mujer de campo", en la cual quería rescatar la sensualidad de la mujer laburante de la tierra.
- Su pintura me recuerda mucho a la obra del uruguayo Ignacio Iturria ¿reconoce influencias?
-Sabes que con Iturria me pasó algo muy bonito. En el ARTEBA 95 participé junto a otros artistas mendocinos y del país de una exposición. Allí, en el primer día de expo, unos coleccionistas uruguayos me compraron una obra y me dijeron que hace unos meses habían adquirido un Iturria, quien yo no conocía. Entonces, apenas pude, me fui hace mismo día a la librería del Centro Cultural de Recoleta a buscar info de ese artista… ¡y me voló la cabeza! Durante un tiempo peleaba en cada obra para que no apareciera Iturria (risas) ¡Hasta que dejé que salga todo! Me parece que los seres humanos… ¡somos también el otro! Tomamos lo que más nos enamora de cada vivencia profunda. Yo intento cada día encontrar mi esencia, mi obra pura, sin ninguna influencia de nadie, pero seguro que mi retina se fijó en algo ¡que en algún momento aparece! Casi no veo lo que se está haciendo en otros países, ni siquiera en Buenos Aires. No baso mi obra en corrientes o tendencias conceptuales estéticas, pero a su vez, tengo la plena seguridad de que no soy ajeno a lo que están haciendo mis pares en Argentina o en otros lugares del mundo.
-Muchas de sus obras están atravesadas por el realismo mágico; lo digo por la aparición del elemento inesperado, improbable, que crea un efecto de “maravilla”…
-Es extraño... Sabes que conozco poco y nada sobre "realismo mágico" en pintura, pero siempre he sentido cierto vinculo de mi obra con el realismo mágico en la literatura. Hay elementos que flotan con naturalidad y se relacionan con otros elementos cotidianos, el encuentro de dos mundos, la ruptura de los espacios formales, las casas arriba de los árboles, las bodegas flotando en un escenario, las casas construidas en los corchos, mesas y sillas reposando en el pico de una botella. Imágenes que me sacan de un realismo puramente formal, esa especie de poesía mágica, que a veces me hace sonreír en el momento en que la estoy pintando. Es una especie de acto catártico, de una bonita locura interna que dejo en cada pintura.
- La distinción que el realismo mágico guarda con el surrealismo es muy fina. El primero trata sobre de lo “improbable” y el segundo se ocupa de lo imposible.
-Si es verdad... ¡Siento que estos dos mundos en algún punto son uno! Lo improbable, poético, mágico, e imposible, la dureza de la realidad, el misterio del futuro. Voy pensando en voz alta y encuentro características que se entremezclan en muchas de mis pinturas.
Una obra ecológicamente responsable
- La preocupación por temas ecológicos no es común entre los pintores latinoamericanos ¿Por qué lo motiva?
-Ojo... ¡me estás haciendo pensar! (risas) Creo que mi interés por temas ecológicos viene de muy pequeño, siempre me atrajo mucho el poder de la naturaleza. Me sigue atrapando con la misma frescura de niño ver como se mueven las hormigas alrededor del hormiguero en Potrerillos, o pasarme horas sorprendido por la infinitud de un cielo estrellado. Me duele el daño que le podemos provocar al planeta y en algún punto siento que tengo herramientas a mi alcance para poder alertar y alertarme sobre que Tierra le queremos dejar a nuestros hijos. Lo mío es más humano y menos artístico (risas).
- La atención por la naturaleza, se ha impuesto -e incluso parece estar de moda entre muchos artistas norteamericanos y europeos- ¿Por qué será?
-Posiblemente haya mucho escrito sobre estos temas. Pienso que en las grandes urbes europeas y en el "país del norte" la vorágine del hombre hace que se distancie de la naturaleza, y posiblemente los artistas tengan una lectura más crítica del daño que se está provocando. Pienso también en el destrozo climático y humano que generan los yanquis en el mundo… ¡como para que los artistas no intenten remediar tanto daño! Es acertado pensar, además, que hoy la relación entre arte y ciencia en muchos países se está trabajando de manera conjunta, proyectos de investigación involucran a los dos ámbitos y puede ser que en Latinoamérica estemos empezando recién ahora.
- Vivió la experiencia de exponer en Eslovenia hace cuatro años ¿qué pudo percibir de ese ambiente artístico?
- ¡Lo de Eslovenia fue muy copado! Aunque la barrera del idioma es brava… el esloveno es un idioma bastante difícil; y yo apenas pronunciaba unas palabras básicas. Pero sin embargo el lenguaje visual en galerías, centros culturales y museos ¡me alucinó! Tuve la posibilidad de asistir a varias exposiciones súper interesantes. Performances, video instalaciones, fotografía, arte y ciencia; todo muy unido. Esto también a uno le hace generar mil preguntas sobre el camino elegido de la pintura, pero bueno. Siempre pienso que mi cabeza tiene un pensamiento muy contemporáneo, pero cuando elaboro mis proyectos ¡surge primero la pintura! La mano supera a mi cabeza (risas). Luego de estar trabajando esos días en Ljublijana (la capital, que dicho sea de paso, es una de las ciudades más hermosas que he conocido) tuve la posibilidad de viajar a la Bienal de Venecia. Eso sí que es un horizonte casi inabarcable de los destinos del arte. Habían cosas a mi criterio con poca sustancia, y otras obras que aún hoy las conservo en mi piel.
-Teniendo en cuenta la “oda” a la naturaleza presente en su obra ¿Qué opina del “el arte de la muerte” -impulsado por Damien Hirst- en donde se utilizan cuerpos sin vida -de animales y humanos-?
-He visto en algunas publicaciones fotos de distintos trabajos de Hirst pero hoy no sé lo que está haciendo. En su momento me pareció interesante el tiburón en formol y los animales abiertos, etc., etc. Hoy sé que el tipo lleva adelante una "gran empresa" donde participan técnicos, químicos, ingenieros, artistas, etc. La provocación no es mi fuerte, ¡pero no puedo negar el impacto que su obra ha causado en el mundo del arte contemporáneo! Críticos, coleccionistas y curadores de todo el mundo se rasgan las vestiduras para acercarse a su obra.
Un pintor “online”: conectado con la tierra y lo virtual
- ¿Qué le aportan las redes sociales?
-Sabes que con el tema de la utilización de las redes, sobre todo Facebook, yo me negaba un poco a su uso como medio de difusión o venta. Pero la verdad que hoy forma parte de mi trabajo. Es esa pata que a los artistas aun nos cuesta trabajar. Ahora prácticamente el cien por ciento de mi obra la estoy comercializando solo. Gestiono los espacios e intento que cada nueva muestra sea un poquito mejor que la anterior. Todos los días intento compartir en las redes un par de obras que hago y esto genera un ejercicio diario invaluable para mí. Porque en ese juego diario también comienzan a gestarse ideas o conceptos para las próximas obras. La inmediatez en la comunicación que genera Internet me parece súper interesante porque vas teniendo respuestas inmediatas, como frutos de tu laburo. Aunque, por lo general, prefiero la serenidad y silencio de mi atelier (risas).
-¿Cómo es el encuentro con los compradores?
-Con lo de Facebook se da una cosa muy copada. Es hermoso el contacto con personas que en principio conoces sólo de forma virtual. En más de un caso, han "crecido" grandes amistades. Muchas personas que me compran están adquiriendo su primera obra original. Es muy bonito poder vivenciar ese "ida y vuelta". Gente que se emociona cuando viene al atelier, que te cuenta historias, algunos vienen con los hijos, te envían fotos de la ubicación de su nuevo cuadro en sus paredes, o personas que compran para regalar, y otras que se identificaron con la obrita apenas la vieron. "La buena obra del día", como llamo a esta serie diaria que subo a mi Facebook, me da alegrías diarias que superan ampliamente lo económico.
Contacto:
Facebook: www.facebook.com/fernando.jereb
El pintor:
Fotografía de Orlando Javier Pelichotti
Fotografía de Orlando Javier Pelichotti
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