Su pintura representa a una porción fundamental de nuestra cultura argentina: el gaucho, el indio. El suyo es el mundo del campo, de las grandes extensiones de pampa, paisajes en donde el esfuerzo y el sacrificio cobran protagonismo. Con ustedes, la obra y el pensamiento del pintor Hugo Diez.
Por Camila Reveco
Periodista cultural con especialidad en artes plásticas
camilareveco.mza@gmail.com
Argentina
Trenque Lauquen, es una ciudad fundada por el general Conrado Villegas, que se encuentra en el oeste de la provincia de Buenos Aires y a sólo 80 kilómetros de la provincia de La Pampa. Significa en mapuche “laguna redonda” y es el lugar en el mundo que vio nacer al artista Hugo Diez, entrevistado en esta oportunidad.
¿Por qué hago tanto hincapié en este escenario? La historia de Trenque Lauquen explica la temática representada en la pintura costumbrista de este creador argentino. Se trata de un lugar nacido para contener el avance de los indios en el oeste bonaerense. Allí se entrelaza la historia de sus orígenes con la Conquista del Desierto y el posterior poblamiento de las pampas, que posibilitó esa campaña. Por eso, el universo pictórico de Hugo Diez se entiende y justifica a partir de ese lugar específico que le brindó según dice: "Una atmósfera maravillosa", e inigualable.
Allí comenzó a crear. Sus primeros trabajos, explica, fueron pintar los telones de fondo para las obras de teatro que se hacían en su colegio, dirigido por una persona "amante de las artes y sobre todo del teatro", como lo recuerda Diez, que inculcó la pasión y el entusiasmo en sus alumnos. ¡Qué fortuna más grande encontrarse en los primeros años de formación a este tipo de gente! ¿no?
¿Qué hace básicamente Hugo Diez cuando pinta y por qué lo entrevistamos?
Porque a través de su trabajo, en el que abundan las pinturas panorámicas y en donde los personajes están "alejados", le quita invisibilidad al pueblo originario y reivindica las características típicas del gaucho.
Representa con maestría y total fidelidad la vida rural de llanura, el caballo, la vestimenta y los típicos facones, así como los valores ligados al sacrificio, la solidaridad, la lealtad, la hospitalidad, y la valentía. Todo eso puede verse en sus lienzos. Y más. Hugo Diez es un pintor con escarapela.
Cuando contacté al artista, que amablemente aceptó hacer esta nota, me comentó al pasar que justo, justo, estaba firmando una obra. Me mostró de qué pintura se trataba y claro, me dio el pie para la primera pregunta:
-Hubo una revolución en la historia del arte: cuando los artistas justamente comenzaron a firmar sus obras. Es el nacimiento del artista tal como lo conocemos hoy (una etapa que se desarrolló plenamente en la época de Giotto, aunque en Grecia algunos artista ya firmaban vasos). ¿Qué le hace imaginar ese momento de la historia?
-En principio creo que los artistas de aquel entonces eran bastante más relevantes. Los artistas tenían en esa época un rol más importante. Creo que a partir de poder firmar sus obras imagino que deben haber cobrado una importancia y notoriedad muy superior. El hecho de decir “esto lo hice yo” y ponerle la firma…. Y que la gente lo reconozca por esa firma… Comienza a haber un emparentamiento entre el objeto, la obra de arte, y el personaje; la “persona” se destaca por su obra. Y supongo que debe haber sido como hoy en día, gente que se destacó más por la personalidad que por sus obras, como también hubieron obras geniales que definitivamente superaron al ser humano. Estoy seguro de que por ejemplo a “La Piedad”, “El David” o “La Gioconda”, lo conocé más de media humanidad pero no sé si saben quiénes fueron los autores. La obra supera al artista muchas veces.
“Acabo de fírmalo”, dijo Hugo Diez
-¿De qué forma la atmósfera de Trenque Lauquén influyó en sus temas pictóricos?
-Rembrant decía que si no hay atmósfera no hay arte. Por cualquier sitio de la historia de mi ciudad, se respiraba lo que yo podía pintar. Me permitió nutrirme, informarme y me estimuló permanentemente. De manera que vengo de una ciudad que me brindó todo la atmósfera. Debo remarcar dos atmósferas. Una, la histórica, que es la que me brindó la ciudad que me vio nacer y en la que me tocó criarme. Y que está directamente vinculada a la Conquista del Desierto. Mi ciudad tiene una propia historia que me sirve para pintar los temas que yo pinto. La otra atmósfera es la que se me generó a mí en la escuela primaria. El dueño y director del colegio era una amante de las artes, de manera que a todos los que teníamos cierta inclinación hacia las artes, nos proporcionaban absolutamente todos los medios. Con esa atmósfera es muchos más fácil crear, y trabajar cuando tiene uno todo el apoyo. Si a eso encima, le sumo que si bien mi padre no tenía vínculo directo con el arte, me estimuló siempre a hacer lo que yo quería hacer… a mí, atmósfera, fue lo que no me faltó. Y fue maravilloso… maravilloso.
-Sus trabajos no tienen pie en la realidad política. Sin embargo, usted representa, por ejemplo, al gaucho, al indio, a la mujer indígena haciendo su trabajo y esa es una manera de reivindicarlos (no sólo a ellos sino también a nuestra cultura) ¿de esa forma usted milita como artista?
-¿Cuál es la importancia de la mujer y del hombre de campo y la importancia en la historia del fortinero y del indio en nuestro desarrollo como país? En mi pintura voy a eso. Ese paisaje que ofrece frutos pero con una especial dificultad para el agricultor, el labriego. No son fáciles los terrenos que yo normalmente pinto. Eso impone en el hombre de campo un sacrificio y un esfuerzo particular. Trato de rescatar lo que aún sigue teniendo valor; un valor cultural, porque allí todo es artesanal, manual, donde no hay prácticamente acceso a la maquinaria agrícola. Esa es la parte del campo que a mí me gusta destacar, desarrollar. Y tal vez en esa manifestación esté haciendo una suerte de apología política. Las temáticas de corte social nos sitúan en algún punto con lo político. Esa es la mujer y el hombre que a mí me gusta pintar; y que se sepa que aún hoy, nuestro país tiene ese lado del sacrificio que hace a nuestra cultura y tradiciones que se conservan. Pero los medios, la modernidad, la tecnología… están buenos, nos ayudan y colaboran con nosotros, pero a mí me gusta rescatar lo que indefectiblemente no va a alterarse por mucha tecnología que exista porque muchas veces, el terreno simplemente no lo permite, por ejemplo.
-Dentro de la pintura costumbrista sobresalen varios artistas que representan la vida gaucha, entre ellos el uruguayo Pedro Figari (1861-1938) y el argentino Florencio Molina Campos (1891-1959) por nombrar sólo a algunos. Usted ¿a quienes destaca?
-A la hora de destacar son muchos. Si nos vamos más hacia atrás tenemos que hablar de Juan León Palliere, Mauricio Rugendas, Prilidiano Pueyrredón, Ángel della Valle (que para mí es un punto a aparte), Juan Manuel Blanes (uruguayo, otro genio de la pintura). Y más hacia acá, a quien tuve oportunidad de conocer y es una bellísima persona, Don Eleodoro Marenco. Un hombre que trató al gaucho de manera impecable… tratando de destacar su indumentaria y de situarla correspondientemente a la región. Un estudioso y verdadero cronista de todo aquello. Más modernos, y hasta contemporáneos míos, destaco a Rodolfo Ramos, también excelentísima persona. También Aldo Chiape, tiene un tecnicismo muy muy lindo, es muy prolijo. Muchas armonía, mucho color, buena construcción. Seguramente me estoy olvidando de muchísimos. Hace años hubo un grupo que se llamó “Trapalandra”, allí había muchísimos pintores costumbristas. Después eso se disolvió, lamentablemente. Era una buena propuesta que agrupaba a más de una veintena de pintores.
-En 1973 se estrenó la película Juan Moreira, bajo la dirección del mendocino Leonardo Favio. También hay una película de dibujos animados, basada en la obra de José Hernández, y retratada por el rosarino Roberto Fontanarrosa: “Martín Fierro: la película” (2007)…
-Vi “La Patagonia Rebelde”, “Los gauchos judíos”, y sí… “Juan Moreira” la ví e incluso nos llevaron con el colegio a una proyección especial para la escuelas, así como también por aquella época te llevaban a ver “El santo y la espada”, y todos esos films históricos. Yo era chico pero a mí me gustaba; me gustaba sobre todo el tema del hombre a caballo. Pero no era claro, a esa edad, un conocedor de estos temas ¡La de Fontanarrosa, no la he visto!
-En su opinión ¿cuáles son los principales componentes de una carrera exitosa?
-Bueno, esto del éxito es bastante complejo. ¿Qué es el éxito? Si nos vamos a referir al éxito por los logros económicos, o por la satisfacción personal de creer en el trabajo que uno ha hecho. Y que ese trabajo sea bueno, que sea representativo, que difunde, manifiesta, se expresa, informa pero tiene todo eso cero rédito económico ¡también se puede vivir como un éxito! Pero también puede ser éxito pintar basura y que sea muy muy vendible sólo porque tiene de fondo un marketing impresionante, pero en realidad no es absolutamente nada. Pero tal y como yo lo veo al éxito… puedo decir que, yo vivo de esto, de manera que necesito vender para vivir y para seguir pintando. Creo que detrás del éxito hay una enorme cuota de sacrificio, de trabajo, trabajo, trabajo y trabajo. Es prueba y error constante hasta que aparece eso que uno desea. Y que no siempre porque lo deseo, aparece. No. Para mí el éxito está en levantarme todos los días y trabajar, y trabajar, y equivocarme y trabajar. Informarme, nutrirme, aprender, tratar de pintar con conocimiento de causa porque cuando uno pretende trasladar una temática social que tiene una realidad es fundamental informarse. Pero es complejo, porque una persona que hace mal las cosas puede verse como exitosa para el resto. A su vez una persona que hace muy bien las cosas puede no ser exitosa porque no trasciende. O no lo dejan trascender. O no lo difunden. O no consigue el marketing necesario. El equilibrio sería para mí el éxito. Acá se trata de trabajo, mucho trabajo (como en cualquier profesión o disciplina deportiva). A las condiciones innatas, o al talento, hay que agregarle trabajo sino, no hay forma de que eso se canalice. Y en lo posible que ese trabajo aporte o deje algo, que enseñe o que sirviera a la educación de los chicos. Si consiguiera ese objetivo me sentiría totalmente exitoso.
-¿Cuál es el principal criterio con el que usted distingue una buena pintura de una regular?
-Aprendí un día de un bodeguero, amigo mendocino, Oscar Galiano, que el mejor vino es el que a vos te gusta. Después vamos a los tecnicismos, los colores, el aroma, textura, etc. Es fundamental “la llegada” que la obra tenga, el ¿cómo me moviliza?, ¿qué me transmite? A veces esa obra no tiene un tecnicismo de una exquisitez grande, como también hay obras en las que se debe reconocer un nivel técnico realmente excelente pero que no dicen nada. No me hago demasiados cuestionamientos ¿Me conmueve, o no me conmueve? Eso es básicamente lo que empleo como criterio. Si la obra, colgada, nos convoca, es porque tiene “algo”, entonces es buena. Por esto mismo descreo muchas veces de los críticos, que hacen análisis… y veces le chingan mal. Ellos suponen que el artista quiso decir tal o cual cosa, y no tiene por qué ser así.
-El filósofo español Francisco Laporta (1850-1914) explica que una obra para ser arte debe tener cuatro elementos: profesionalismo, originalidad, creatividad y credibilidad ¿está de acuerdo?
-Profesionalismo sin ningún lugar a dudas. Soy “un creyente del trabajo” y eso impone profesionalismo. La creatividad y la originalidad me parece que se emparentan. No hay una sin la otra. Pero lo de la credibilidad… ahí ya no estoy tan de acuerdo ¿qué tiene que ser creíble? La obra está ahí. El otro puede creer o no creer, eso ya no depende de mí.
-Cada uno de nosotros tiene algún talento ¿verdad? ¿Cuál es el suyo?
-Si tengo que atribuirme algún talento es con las artes en general. La poesía, la música, la pintura. Pero no se… porque un talento podría atribuírselo a quien tenga memoria visual o auditiva fuera de lo común. Pero en síntesis diría que me siento talentoso dibujando y pintado.
- La cultura gauchesca ha dado lugar a estilos y formas de expresión de lo más variados en distintas disciplinas artísticas y un aspecto que suele destacarse del gaucho es la soledad, la soledad que también comparte el pintor cuando se enfrenta al lienzo en la intimidad de su taller…. ¿no cree?
-Sí, definitivamente la soledad es un tema que ha marcado la historia del gaucho. Y esa soledad gauchesca está impuesta, creo, por los semejantes espacios. La magnitud, la pampa… Esa cosa inmensa, que aunque estuvieras acompañado por mil personas seguiría siendo soledad. Es tan grande, vasta, inconmensurable, hermosa… ¡prepotente si querés! Entonces eso es atrapante y el lienzo es igual. Depende la magnitud, es mas o menos desafiante, lo mismo que una pampa. No obstante yo en el momento de estar pintando puedo estar acompañado de muchísima gente, puedo pintar en público con la presencia de infinidad de comentarios y preguntas simultáneas. Particularmente no necesito de ese silencio, o de esa abstracción de todo el mundo para poder pintar. No, no. Si creo que la tela, y sus dimensiones, se parecen mucho a la pampa, al espacio. Recorrer con un pincel un lienzo grande, ir y venir, situarse, componer el cuadro, darle armonía, es pararse en cualquier sitio de la pampa y girar 180 grados. Concentrar todo eso ahí, todo te atrapa. Todo te convoca, te supera. Así, empezás a caminar el lienzo con los pinceles y encontrás formas y sentidos. Se van llenado esos espacios con tus cosas, tus vivencias, tus momentos y tus circunstancias.
-¿Qué le sugiere el pasado?
-A diferencia de una gran mayoría que habla de que al pasado hay que dejarlo atrás y hacen hincapié en el futuro o en el presente… yo soy un amante del pasado. En el pasado encontrás todo el aprendizaje. En el pasado podes encontrar la posibilidad de mejorar. En el pasado encontrás los errores para enmendar. El pasado es la experiencia. Son los cimientos. No sé porque se reniega tanto del pasado. O ¿por qué hay que mirar tanto hacia el futuro? Difícilmente uno pueda tener un buen futuro si no ha sabido aprender del pasado. Entonces… cuando yo me enfrento a una tela estoy con el pasado a mi lado. Es un pasado cargado de momentos que lo traigo al presente y lo situó a mi lado. Ese pasado me ayuda, me conduce, me mueve las manos, me mueve los pinceles y me elige los colores. A veces, deja que la creatividad y la improvisación hagan lo suyo. Pero poco sería yo sin mi pasado. Amo mi pasado. Amo mi pasado de hace un minuto, y amo mi pasado de hace treinta años.
Sobre el pintor:
Nombre: Hugo Ernesto Diez
Lugar de nacimiento: Trenque Lauquen, Provincia de Buenos Aires. Argentina
Fecha de nacimiento: 20 de diciembre de 1957
Estudios formales: “Soy egresado del Colegio Nacional. Intenté estudiar veterinaria”
Premios/Reconocimientos: “Algunos, pero no los destaco. Los premios son la apreciación subjetiva de una o más personas a las cuales les agradezco ¡y mucho! Pero nada es comparable a la emoción de un espectador frente a una obra mía. Esos son premios. Como el más silencioso de los "gracias”... ¡ese es el mejor de los reconocimientos!”
Sus gustos:
Un libro: “El Martín Fierro”
Un grupo de música o solita: Bueno varios, fundamentales Los arroyeños, Los trovadores, Los Fronterizos, Alfredo Avalos, Carlos Difulvio y muchos más.
Una película: “The bucket list”, traducida como “Antes de partir” de Rob Reiner, “Gandhi” de Richard Attenborought, “Tootsie” de Sydney Pollack
Contacto:
Web oficial: http://www.hugodiez.com.ar/
Facebook: https://www.facebook.com/hugo.diez.927
El artista:
“junta esperiencia en la vida
hasta pa dar y prestar
entre sufrimiento y llantos,
porque nada enseña tanto
como sufrir y llorar”
Fragmento del “Martín Fierro” de José Hernández
Un fuerte abrazo a Hugo, compañero del Colegio Nacional de Trenque Lauquen, hace mucho que no sabia de el, me gusto la nota, me sacan la cabeza sus pinturas, sabía que era bueno dibujando y no sabia que lo había hecho una profesión, lo felicito y espero que este muy bien, recuerdo en tercer grado, el gano el primer premio en el Club Ferro, yo gane un tercer premio con un dibujo muy malo, Hugo tenia una pintura espectacular, con algunas cosas aprendidas de un mural de Grillo, calculo que era el año 1968.
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