El gran realista argentino en entrevista telefónica exclusiva con Ophelia se refirió a su método de trabajo, habló sobre el presente de la figuración, e incluso sobre las artistas mujeres y su lugar en la Historia del arte.
Por Lic. Camila Reveco
creveco@revistaophelia.com
-Bodegones, desnudos, paisajes… Ha incursionado en gran variedad de temas desde siempre pero ¿dónde radica a su interés por el paisaje y qué es lo que más lo seduce de este género?
-El paisaje patagónico es tan deslumbrante, tan imponente en cualquiera de sus manifestaciones que para mí es una muestra perpetua de fascinación y es un gran desafío porque incluye la zona de los lagos con sus bosques gigantes y al mismo tiempo la parte esteparia que es tan fascinante como los bosques.
-En su estudio constante sobre la luz ¿cuáles son las ventajas de pintar al natural, del modo que lo hacían los impresionistas?
-En realidad, cuando una pinta con luz natural las ventajas desde el punto de vista mecánico no son muchas, porque la luz natural cambia continuamente. El desafío es mucho mayor, precisamente por eso. Si el sol se pone, si las nubes lo tapan… la luz cambia y eso determina todo el tiempo diferentes reflejos, matices, gamas de colores. Ósea que en realidad la luz natural complica un poco la vida, pero la enriquece. Y yo ante la simplicidad y el enriquecimiento, prefiero el enriquecimiento. Desde luego que he intentado pintar con luz eléctrica pero es una luz muy pareja, demasiado monocroma y me parece poco interesante por eso elijo la luz natural.
-¿Y ha usado foto?
-Respecto de la fotografía, es un tema difícil, porque una de dos: o yo soy muy mal fotógrafo o la fotografía no me da lo que necesito. Siempre me parece que estuviera faltando el espacio, la tercera dimensión -que es una de las cosas más fascinantes del paisaje y que en una fotografía se pierde-
-Siempre le ha gustado representar bodegones y destacar objetos sencillos, cotidianos… En ese sentido su culto u homenaje a la naturaleza muerta va en contra de la fama que tuvo por parte de algunos sectores, que lo han desprestigiado a este género o al han tratado de un arte menor…
-No sé si alguna vez el bodegón ha estado desprestigiado como un arte menor, por lo menos en los tiempos modernos, si es cierto que antes lo estuvo. De Diego Velázquez que es una de los pintores que más admiro yo, se dijo que solamente podía objetos y él les dijo que prefería ser el mejor en los bodegones y después en otra cosa. No soy tan tajante pero no sé si es un tema prioritario, si no lo es, si está desvalorizado o no lo está. Simplemente me atrae y lo pinto, soy un pintor intuitivo. A mí los objetos cotidianos me parecen fascinantes y todo aquello que me parezca fascinante va a parar a la tela. Es un proceso bastante más simple que el de ponerse a pensar si está desvalorizado o no ese género o cómo lo tiene en cuenta el resto del mundo.
-Leí en una entrevista que había probado hacer cubismo, surrealismo, abstracción, pero lo abandonó porque se aburrió ¿El realismo es el lugar donde encontró los mayores desafíos como artista?
-Sin duda. Es cierto. Por supuesto que fue hace muchos años, pero intente un poco todas las escuelas que han estado en danza desde hace mucho tiempo, pero la realidad implica un desafío mucho mayor y en el fondo implica una atracción mucho mayor. Si yo hago un poco de surrealismo estoy volcando mi mundo onírico –que por supuesto es muy rico, como el de todos, pero no tiene una referencia externa. Y a mí me gusta muchísimo ese tema de “ver” la realidad, de ver la luz en los objetos, en los árboles, en la piel de una mujer; en fin… en todo lo que me rodea. Y creo que eso es mucho más difícil de reflejar. Creo que es más complicado y más circunstancial. No depende tanto de mis estados de ánimo. Y me resulta muchísimo más rico y mucho más desafiante tratar de reflejar lo que veo, que tratar de volcar en una tela aquello que estoy sintiendo en un momento dado, que de todas formas, de manera subliminal o subterránea, lo voy a volcar.
-¿Qué piensa de las etiquetas en el arte?
-No tengo una definición demasiado clara de lo que es el arte pero siempre repito lo mismo: arte es lo que hacen los artistas. No importa si son surrealistas, abstractos, realistas o cubistas. Y es por eso que soy demasiado amigo de las etiquetas. En realidad siento bastante rechazo con ellas porque me parece que el arte es algo que no se puede clasificar. Es una experiencia personal y cada uno debe ponerse frente a la obra de arte de la forma más desnuda posible, y ver qué es lo que pasa. Y si no pasa nada hay que seguir de largo y buscar otra obra. Porque esa no es para nosotros. Soy un subjetivista es ese sentido, creo que lo importante es la comunicación que se da entre la obra y el espectador y a partir de ahí se pueden elaborar muchas cosas. Pero si no existe esa comunicación primera me parece que lo mejor es seguir de largo.
-Sin duda el realismo es un estilo exigente ¿Qué cualidades cree que necesita tener un pintor que quiera dedicarse de lleno al realismo?
-La cualidad fundamental es una enorme paciencia. Mirar la realidad y tratar de reflejar lo que uno ve en ella es muy difícil. Hace falta una tremenda constancia. Hace falta conocimientos técnicos… El pintor que trata de reflejar la realidad, naturalmente va a ir buscando su herramienta, su medio de expresión a través de los años; pero la postura fundamental que tiene que tener es la de investigar qué es lo que pasa con uno mismo en contacto con la realidad. Yo creo que hay que ser original, hay que ir hacia los orígenes. El pintor, cualquier sea su disciplina y su estilo, tiene que investigar continuamente aquello que él es en relación con el arte. Eso implica ser muy coherente y muy paciente; darse cuenta de que el arte es una carrera larga y difícil.
-Usted apostó por la técnica y el oficio en momento en el que el circuito del arte estaba concentrado en espacios como, por ejemplo, el Instituto Di Tella -década del 60- ¿Cómo fue su relación con ese entorno?
-Mi relación con ese entorno he de decir que fue un poco conflictiva. Creo que en determinado momento todas las escuelas, todos los estilos, todas las ideologías llegan a un punto en el que de revolucionarias para a ser el estatus quo. Eso fue lo que pasó alrededor del Di Tella, y “la muerte de la pintura”, etc, etc. Yo me mantuve aparte de todo eso, y no por espíritu “contrera” simplemente no era lo que yo quería hacer. A mí me fascinaba la realidad tal cual se veía y siempre trate de adquirir las herramientas necesarias para reflejar mi visión. Por supuesto que algunos críticos se me acercaron y dijeron que “eso” ya no se hacía, y algunas frases típicas que denotan un espíritu con el cual yo no concuerdo. No creo que el arte tenga una vigencia en una época y pierda vigencia en otra. El arte no tiene tiempo. Por eso creo que no estuve ni a favor, ni en contra, ni me rebelé. Simplemente hice aquello que creí que tenía que hacer.
-Que sucedió entonces con la frase: “La pintura ha muerto”
-Basta con mirar en internet y en las redes sociales para ver que hay millones de pintores buenísimos en todo el mundo que desmienten con su obra el hecho de que la pintura de caballete, como se dijo en su momento, estuviera muerta.
-Vivió en Madrid, durante un año, en plena etapa de formación. Hoy en ese país hay una camada de excelentes pintores realistas jóvenes que han pasado por el taller de Antonio López ¿qué admira de su trabajo?
-Conocí a Antonio López en Madrid hace un tiempo gracias a amigos comunes. Tengo una gran admiración por él. Creo que su obra es visceral y auténticamente original. Es un pintor que responde a sus mandatos internos. Lo considero un gran dibujante. Y ojala que, como bien decís vos, sea un ejemplo de una camada de discípulos jóvenes, ya sea de él o de otro como Cristóbal Toral que renueve y reafirme el arte realista español, que considero uno de los más importantes de la Historia del arte.
-Otro gran maestro del realismo, pero de nuestra región ha sido el chileno Claudio Bravo ¿qué puede decirme de él, que falleció hace muy poco?
-Con Claudio tuve una relación un poco más cercana. Lo admiré siempre. Creo que he bautizado un poco a Bravo como “El Mozart de la pintura”. Todo lo hizo bien. Dibujo bien, pintó bien… y todo aquello que toco Claudio, inclusive desde el punto de vista técnico, con pasteles, acuarelas, óleos, dibujo, fue todo a un nivel absolutamente extraordinario. Siempre seguí su carrera y lo considero uno de los grandes genios del arte contemporáneo, junto con una figura, curiosamente casi antinómica con Claudio, que fue Lucian Freud. Uno era un cultor de la belleza y de la armonía, y el otro era un cultor del feísmo. Pero ambos terriblemente poderosos y a los que admiro sin ningún tipo de restricciones.
-Usted ha admirado a clásicos de la talla de Diego Velásquez, Tiziano, etc quisiera preguntarle si entre tantos grandes artistas varones destacados de la Historia del arte, le llamó la atención la obra de alguna mujer artista que quizás haya quedado invisibilizada por la Historia oficial y no esté presente en los libros…
-Con respecto a los artistas mujeres, he decirte que siempre las hubo. Tal vez no tanta cantidad como artistas varones pero han habido pintoras mujeres excelentes. Una de ellas fue la hija de un gran pintor renacentista italiano, Horacio Gentileschi, y esta era Artemisia Gentileschi. Excelente pintora. Y en épocas mucho más cercanas, y creo que a niveles más altos que las dos anteriores, te menciono a Mary Cassatt, una estadounidense que viva en París en la época de los impresionistas cuya calidad y poderío pictórico estaba a la par de cualquier pintor varón que quisieras mencionarme. Por supuesto no me olvido de Rosa Boheur, gran animalista del siglo XIX. Pero creo yo que la pintura, para ser sincero al respecto, no tiene sexo, de la misma forma que no tiene edad, no tiene color ni nacionalidad. En el fondo me gusta más hablar de obras que de pintores. Mostrame una obra y yo te diré si me interesa o no, mucho más allá del sexo, el color, la estatura o la época de quien la hizo.
-Sin duda el arte no conoce de géneros, pero las instituciones en que se desenvuelve sí…
-Hay una que historia que creo que es necesario rescatar. Edgar Degas era un gran pintor, y era un hombre bastante polémico y misógino. Él tenía la idea de que las mujeres no podían pintar bien; pero a Mary Cassatt se le ocurrió demostrarle a Degas que las mujeres podían ser tan grandes artistas como los hombres; y pintó un cuadro de una de sus mucamas, un cuadro espléndido, que está expuesto en el museo de Washington. Degas no tuvo más remedio que inclinar la cabeza y reconocer que su talento sobrepasaba cualquier postura que estuviera relacionada con el sexo. Y pienso lo mismo, lo importante son los artistas; no lo que se siga de ellos, ni las instituciones, los libros. Hay que ir al artista y a su obra y ahí vamos a encontrar realmente aquello que importa.
Básico / Juan Lascano
Pintor realista de gran reconocimiento. Nació en la ciudad de La Plata, Argentina y actualmente vive en Bariloche, al sur del país. Sus temas predilectos son el paisaje, el desnudo y los bodegones. Expone actualmente en Galería Zurbarán. Dirección: Cerrito 1522. Buenos Aires, República Argentina.
Por Lic. Camila Reveco / Editora Revista Ophelia
Nota: El programa de radio La Sed de los Peces que se emite por FM UTN 94.5 puso al aire en exclusiva el audio de esta entrevista el día viernes 18 de mayo.
Fotos: Gentileza de Galería Zurbarán
Agradecimiento especial a Javier Zenteno, encargado de prensa de Zurbarán.
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