“No sería capaz -por respeto al arte que llevo en mí y que me da sentido a mí mismo- de hacer una mancha. Luego pensar en qué puede ser, y lo peor: hacerles creer a los demás que esa mancha es arte”, dice con franqueza el pintor argentino Pablo Solari.
Por Camila Reveco
Periodista cultural con especialidad en artes plásticas
camilareveco.mza@gmail.com
Argentina
Dibujo impecable, oficio maduro, concepto claro y mucho trabajo definen la pintura del porteño Pablo Solari. Se destaca la técnica que alcanzó este artista para lograr los niveles de excelencia y pulcritud que sólo se consiguen con esfuerzo y talento diferenciándose de la improvisación e inmediatez de muchas de las propuestas del arte contemporáneo.
"La multitud de solitarios se convierte en las telas de Solari en un núcleo solidario, y allí radica el tono de esperanza. Testigo atento, el artista brinda su testimonio, pone el foco de su luz donde otros prefieren no mirar y confiado en la elocuencia de su mensaje, espera...", describe con acierto el crítico de arte Gualdoni Basualdo.
"No busco hacer pintura de protesta -explica el pintor-, simplemente representar al hombre que ‘a pesar de...’ sigue adelante con la esperanza de encontrarse a sí mismo y forjarse un futuro.
El creador a través del realismo, pone el acento el trabajador, en el obrero. Y llega al público de una forma clara, directa, sin la necesidad de interpeladores ni críticos que teoricen acerca de su trabajo. "Pienso que si (el pintor) se queda en lo abstracto de la idea, no es comprendida por los demás, la idea queda encerrada en el artista, y este no llega a su plenitud: la de compartir su mensaje", reflexiona.
Pablo Solari se interesa realmente en descubrir y ver al otro, ése es su verdadero oficio detrás del de pintor.
Su pintura, humana y sensible, refleja en la tela lo que el chileno Pablo Neruda describió con palabras acerca del hombre sencillo: "Voy a contarte en secreto/ quién soy yo/ así, en voz alta/me dirás quién eres /(quiero saber quién eres)/cuánto ganas, en qué taller trabajas/en qué mina/en qué farmacia...".
-¿Pintor de caballete o muralista? Da la impresión que sus trabajos podrían ser murales…
-Soy pintor muralista que pinta en caballete, pero pienso la obra como mural. Tengo un modo "especial" de ejecución de mis obras: tomo el tema, lo pienso, hasta que lo veo en mi mente. No hago boceto -pues de hacer boceto lo terminaría como dibujo y luego no me gusta copiar, y lo peor que no logre el resultado del boceto-. Entonces despliego la tela, generalmente de 2 metros x 1,5 metros, -como si fuera una pared- y comienzo a pintar directamente, sin dibujarlo. Al llegar al límite de lo que tenía pensado, corto la tela y encargo el bastidor.
-¿Cómo surge ese oficio tan depurado frente a tantas propuestas contemporáneas que parecieron perder esa cualidad?
-Una obra para ser considerada arte, debe tener claridad, integridad y terminación. Yo me esmero en la terminación pues es como me gusta a mí, es el resultado que busco. Generalmente en la terminación, en los retoques finales, llevo más tiempo y angustia que en la ejecución del resto de la obra. Tengo la idea que una obra para ser arte debe ser algo serio, elaborado, no algo improvisado como algo instintivo. Debe representar el interior del artista, debe reflejar el mensaje que quiere dar. Y un mensaje mal terminado no tiene fuerza, ni vehemencia.
-¿Cuál es su motivación temática?
-El tema surge de improviso, voy caminando y observo todo. Veo a la gente y trato de descubrir en su interior, veo e interpreto según mi parecer. Saco de esa experiencia visual un sentido, y le doy mi propio sentido. Generalmente con una mirada optimista, nunca con una mirada de desesperanza, desolación, desaliento. Busco pintar el interior del hombre, no la carcasa o cubierta -que es lo que usualmente el hombre de hoy muestra como autodefensa-. Hay casos particulares: Mi primer obra sobre una hinchada de Boca fue escuchando el tema de Joaquín Sabina "De dieguitos y mafaldas", y allí me imaginé un camión con la gente, y luego en el título le puse Homenaje a Sabina, como título secundario. Otra caso es el de "Cartonmóvil", iba caminando un día, y justo pasa un carro de cartoneros, y dentro del mismo una niña pequeña, que me clava la mirada... Los cuadros de Vendimia, salieron de mis cuatro años viviendo en Mendoza. Los de los trenes y colectivos, del hecho de mi época de empleado, y el viajar colgado… Así, de lo corriente y cotidiano, de recuerdos van surgiendo las temáticas. Pero siempre les agrego mi punto de vista. Por ejemplo en "Dignidad", hay madre mendigo con su hijo en brazos, el niño mira al espectador exigiendo, como es propio del niño que exige a sus padres el sustento.
-¿Cómo interpreta al hombre moderno?
-Un tema preferido mío justamente, es interpretar al hombre actual, y lo que vengo recalcando es el individualismo. Veo al hombre cerrado en sí mismo. Se hace isla, busca encerrarse a modo de protegerse. Se rodea de confort, pero debe salir y mezclarse en la masa para no sentirse sólo ni quedar en evidencia.
-¿Su trabajo es una insistencia en el realismo?
-Sí, busco el realismo. En el proceso intelectivo, el hombre capta por sus sentidos, hace una imagen abstracta, pero el artista es eso: el que ejecuta materializando una idea interior. Pienso que si se queda en lo abstracto de la idea, no es comprendida por los demás, la idea queda encerrada en el artista, y este no llega a su plenitud: la de compartir su mensaje. Además, el hombre comprende por lo real, por lo que puede comprender en concreto. El recibe una acción por sus sentidos... Y quiere interpretarla él mismo, sacar sus propias conclusiones -lo bueno es cuando coincide el punto de vista del observador con el del artista-. Yo no sería capaz -por respeto al arte que llevo en mí, y que me da sentido a mí mismo-de hacer una mancha. Luego pensar que puede ser, y lo peor: hacerle creer a los demás que esa mancha es arte. Esto sería en un sentido extremo.
-¿El realismo nace con la pintura?
-Pienso en las Cuevas de Altamira, en esos bisontes pintados hace tantos años... ya desde siempre el hombre fue realista. Ese hombre primitivo para representar su alimento, o lo que haya querido decir, lo hizo de modo que todos los demás entendieran lo que él quería expresar.
-Los cartoneros, los desempleados, los que perdieron sus casas, ¿por qué está puesta la mirada en el hombre "común"?
-Pues es lo que yo veo, con lo que me trato, con lo que me cruzo por la calle. Veo a alguien e interpreto su interior, lo que goza o lo que padece. Pinto el interior del hombre, -repito, con un sentido optimista-. No busco hacer pintura de protesta, simplemente representar al hombre que "a pesar de…" sigue adelante con la esperanza de encontrarse a sí mismo y forjarse un futuro.
Los favoritos
-¿De qué se trata la pintura que seleccionó para ilustrar esta nota?
"El Abrazo", la elegida de Solari. Un homenaje a Cuyo
-Por un lado "El Abrazo", es un óleo sobre tela, de este año. Elegí esta obra, pues pienso este año haber comenzado con una nueva etapa en mi búsqueda en la pintura. Fortaleciendo la cromática, el contraste y sobre todo pulir más la terminación, para dar más expresividad a mi obra. Esta pintura es simbólica, lo concreto es el abrazo, pero el abrazo de la familia, el apoyo válido que debe perdurar. Ante la adversidad, como símbolo, puse el esqueleto de una fábrica, la bronca del padre, destacado en el brazo izquierdo al sostener la herramienta, pero la otra mano es la caricia, al abrazar al hijo. El hijo confiado en la contención que le brindan sus padres...la madre calma al padre, -es el gesto de la esperanza, del "se puede"-. Lo pensé en este sentido, el único sustento o apoyo real y válido es el de los verdaderos afectos, la familia "célula fundamental". Cada obra representa un instante en mí, un instante creativo en base a una idea, mi propia interpretación y representación, mi mensaje. Me voy a permitir seleccionar una obra más para ilustrar esta nota, en este caso una de Vendimia -de las varias que he pintado-, dado que vuestro diario Los Andes, es de una zona principalmente vitivinícola, como mi homenaje a Cuyo.
-Si tuviera que elegir una pintura que siempre le haya causado profunda admiración, ¿cuál elige?
-Elegiría la de alguno de mis maestros, a los cuales estudié. Alguno que me hubiese gustado pintar a mí. Tal vez "La Anunciación" de Fra Angélico -la del Louvre-, por todo el mensaje, su simbolismo… O tal vez el techo de la Capilla Sixtina, de Miguel Ángel -o toda la Capilla-. De allí aprendí a tener libertad cromática... O alguna de Giotto, mi gran maestro. O, por qué no, "La Cena de Emaús", de Caravaggio. Tanto insinúa en esa obra... O, en lo más actual, "El grito" de Munch... Siempre busqué el sentido del grito del artista en esta obra.
-¿Sus proyectos más cercanos?
-En setiembre participaré de Expo Lucca 2014, invitado por Lucchessi Nel Mondo y por la Región Toscana. Allí participaré con dos obras. Luego vendrá una muestra en Florencia, con la Región Toscana. He sido designado por la Cancillería Argentina -con la propuesta del Consulado Argentino en Milán, y el acuerdo de la Ciudad de Milán-, como el representante de la pintura argentina para Expo Milán 2015, feria internacional de la alimentación que va del 1 de mayo al 31 de octubre de 2015. La Ciudad de Milán, me asignará un lugar de exposición, en mayo del año próximo. Luego hay otras propuestas, especialmente para el exterior, que veré ir llevando a cabo en forma prudente. Siempre con la idea de volver a exponer en Argentina, con una muestra homenaje para mi país.
Sobre el pintor:
Pablo Solari nació el 13 de abril de 1953 en Buenos Aires y vivió durante cuatro años en la provincia de Mendoza -entre 1998 y 2001-.
Sus gustos:
Un libro: "Los Hermanos Karamazov" de Fiodor Dostoievski.
Una frase: "Por la belleza se salvará el mundo" de Dostoievski.
Un grupo de música: A mí me gustan tres géneros: el folclore, el tango y la ópera. En cuanto a la ópera, especialmente Puccini (de Lucca), en el tango me quedo con Piazzolla. El folclore es más amplio: va de lo tradicional, con Hilario Cuadros, pasa por lo litoraleño con Cafrune, o lo sureño. Todo depende del estado de ánimo para escuchar una cosa u otra..
Una canción: "Naranjo en Flor" de Enrique Santos Discépolo
Una película: La lista es larga, veo muchas películas. Va desde "Cadena de Favores" (2000, de Mimi Leder), "Marcelino Pan y Vino" (1955, de Ladislao Vajda), "La Milla Verde" (1999, de Frank Darabont), o "Sueños de Libertad"(1994, de Frank Darabont).
Me gustan las comedias al estilo "Dónde está el piloto" (1980, de Jim Abrahams).
Un hobby: Además de pintar y pintar, también cocinar -me gusta hacer las comidas que hacían en casa cuando era pequeño, que son recetas tradicionales del pueblo de mis padres, cocina italiana en sí-
Un lugar en el mundo: Buenos Aires y Massarosa -el pueblo de mis padres-, de la provincia de Lucca, región de Toscana, Italia.
La entrevista se publicó en el suplemento de Cultura de Diario Los Andes
(Mendoza-Argentina)
En este blog se presenta la versión original, sin editar.
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