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martes, 4 de octubre de 2016

Hernán Ricaldoni: El pintor de los escenarios

Lejos de la soledad que la gran mayoría de los artistas plásticos experimenta desde su taller, el argentino Hernán Ricaldoni pinta arriba de los escenarios y al ritmo de bandas de rock en un contexto plagado de energía y éxtasis total. Un pintura llena de vitalidad y fuerza; expresiva y totalmente espontánea. 

Por Lic. Camila Reveco
camilareveco.mza@gmail.com
Argentina


“Nací en Buenos Aires, vivo en Necochea -¿Qué pienso del lugar dónde nací? -Que tenemos una idea europea de la construcción de la ciudad, que tiene algo de romántica… y que arquitectónicamente es maravillosa. Si viene un turista de cualquier lugar de Latinoamérica seguro que queda impactado. Ahora, si viene un europeo, va a buscar otra cosa…lo propio del tango, su nostalgia y melancolía; eso es lo auténtico y lo más digno que tenemos para mostrar. Aunque lo que a mí me genera ruido de vivir en Capital Federal es la necesidad de parecerse al otro”. Lo dice el artista plástico Hernán Ricaldoni, que nació el 13 de diciembre de 1975 y está radicado en Necochea, en la costa atlántica argentina. 

Un artista que definió su vocación por la pintura con tan sólo quince años y se recibió más tarde de Profesor de Artes Visuales. Su particularidad es que pinta en vivo y con público presente, -también lo hace desde su taller- y trabaja mayormente junto a bandas de rock, aunque además ha tenido la oportunidad de estar junto a grupos de Austria e Inglaterra involucrados con la música clásica y con el jazz. En esos casos, reconoce que su experiencia "ahí arriba" no resulta ser tan “física” y no vive la noción de “identidad”, como sí le sucede, por ejemplo, junto a “Bersuit Vergarabat”, emblemática banda del rock argentino: “Con ellos, ahí arriba estamos todos vibrando y pensando en lo mismo, sobre todo lo siento con sus temas más sociales y políticos; me identifico tanto con lo que dicen que entonces me siento muy cómodo”, confiesa Ricaldoni.


A través de un productor norteamericano que se interesó por su trabajo, surgió la relación con “La Bersuit”, originaria del barrio de Barracas. Al primero que conoció fue al tecladista y compositor Juan Subirá (1965), uno de los fundadores de la banda, que viajaba a Necochea seguido “y con vinos de por medio -cuenta Hernán- fuimos acordando la manera en que íbamos a trabajar juntos; después conocí en un ensayo al resto de los músicos y cada vez se va afianzando más ese vínculo”. 

Al estar embebido de toda la adrenalina que supone un recital podría decirse que su pintura surge como una fuerza más de la naturaleza. Siempre me ha gustado la definición de pintura relacionada a “poesía muda” pero en su caso estamos más bien frente a una especie de “poesía rítmica”; por eso de esa experiencia el resultado de Hernán Ricaldoni está a la vista: una obran no sólo original e interesante, sino también espontánea y visceral. No puede ser distinto; se da en medio de un show, con un nivel de energía arrollador para cualquiera. 

Por eso se entiende que Victor Chab, por ejemplo, esté entre sus referentes; un destacado pintor que siempre fue dueño de un lenguaje suelto, libre y muy experimental.






“La pintura tiene un lenguaje terrible y cuando empezamos a disfrutar de las formas, las texturas y de todo su lenguaje propio, se transforma en un grito silencioso, en poesía muda como vos decís”, expresa Hernán Ricaldoni y agrega: “Va directamente a la parte emocional. Por lo menos en mi pintura me gusta que se transmita una sensación y que no sea clara (que sea nítida para el espectador pero que no se traduzca en una historia particular)”. 


Las composiciones de nuestro pintor entrevistado se dan en una especie de “acto performático”, suceden en un aquí y un ahora y por eso es radicalmente diferente su experiencia a la de pintar en la soledad del taller, como la mayoría de los artistas a lo largo de toda la historia del arte. “Ahí arriba -dice Hernán-es pura adrenalina, tiene que ver más con lo expresivo; de hecho lo mío es una pintura muy expresionista”.


- Haces una clara distinción entre pintar en vivo y pintar en un taller con el fin de exponer en galerías o museos ¿cuál es la diferencia? 

-Son dos actitudes totalmente diferentes. La pintura de taller implica una actitud reflexiva e introspectiva que lleva tiempo, observación y requiere de técnica agudizada. Es más racional. Pintar en vivo es exactamente lo contrario. Tiene que ver con un impulso motor; involucra lo emocional. Se comenten errores y hay que subsanarlos. Es una producción absolutamente espontánea. 

-¿Cómo fue la primera vez que pintaste arriba de un escenario? 


-La primera vez fue con una banda de tango en la ciudad de Necochea, en 1999. Pinte toda la escenografía mientras se iba generando la obra. Empecé con el rock hace unos seis o siete años, con grupos como “La banda de la Mariposa”y “Jeites”, y con La “Bersuit” surgió la idea de trabajar a partir de una propuesta de una persona que vio una muestra mía en Nueva York. Él llevaba bandas latinoamericanas a esa ciudad y me propuso tocar. Hizo el contacto y así conocí a Juan Subirá.


-“El secreto del artista consiste en que realice su obra tan superlativamente bien, que todos olvidemos preguntar qué significa, para admirar tan sólo su modo de realizarla”. Lo dijo el historiador Erns Gombrich ¿Qué opinas? 

-En verdad, pienso que el arte se define con cada obra y hay gente que quiere contar una maravillosa historia y otros que quieren mostrar sólo técnica. Si bien la pintura tiene un lenguaje propio y ese es el lenguaje que hay que utilizar, el arte puede tener millones de manifestaciones posibles, como también de definiciones. A mí me gusta la idea de que en la obra se vea al artista realmente. Me gusta que si alguien es prolijo, sea un obsesivo de la prolijidad y se note. Y si uno es desprolijo o muy expresivo, también se note y exalte todos esos valores. De esa manera el arte tiene identidad. 

-¿Cuándo creíste que la pintura era algo “serio” en tu vida y que podías dedicarte plenamente a esto? 


-No se puede abordar para mí una expresión artística desde la seriedad porque tiene inocencia, algo de lúdico, de prueba y una sensación ciega. Se trata de desmalezar algo que está enredado. Lo que sí, es una obsesión: una forma de trabajo que se transforma en un elemento único. Pero no es el concepto de “seriedad” con que quizás uno mira a otras profesiones… esta idea la tengo desde más o menos los quince años. Dedicarme plenamente al arte fue desde ese momento, pero me di cuando que la pintura era mi profesión a los veinte porque ahí, empecé a vivir de la pintura (de a poco, por supuesto. Pero bueno, en los noventa, era lo mismo conseguirte un empleo convencional, que pintar. Entonces yo pintaba.



-¿Cuáles han sido y cómo han ido variando tus influencias? 

-Evidentemente todo es influencia porque uno se va construyendo como individuo a partir de todo lo que te va alimentando. Uno es una esponja que va absorbiendo constantemente y la idea de dejarse influir es permanente. Dentro de la pintura hay quienes dicen que seguir a “una” persona sola, es una estupidez porque siempre vas a estar segundo…. La idea es absorber o “robar” de todos. Cuando eso pasa logras una visión más global y así seguramente tu obra va a ser mucho más rica. Ahí entra la influencia de otros artistas, la familia, la política, la sociedad…


-Pero, si tendrías que nombrar a un maestro ¿te saldría un nombre?
-Si tuviera que nombrar a un pintor nombro a Víctor Chab (Buenos Aires, 1930). Por su automatismo psíquico, el surrealismo, su obra oscura y bastante introspectiva que me encanta. También me gustan los argentinos Jorge Demirjian (1932) y Jorge De la Vega (1930-1971). Todos los de la nueva figuración de la década del 60 me encantan.



-¿Te ha pasado alguna vez, al pintar en vivo, de ver el resultado y que te haya decepcionado? 


-Generalmente cuando estoy en vivo pintando el resultado es efectista. Es para verlo de a diez o veinte metros con cambios constantes de luces que titilan… brillan rojos, amarillos. La obra está hecha para el show. En esos términos me permito que no sea una obra acabada perfectamente. A veces tiene errores… que los veo con la luz del día cuando voy a retirarla, y quizás la vea un poco floja. Pero entiendo que en el show se ve diferente. A veces me encantan como quedan porque son absolutamente despojadas y libres y otras veces... sí, me siento bastante defraudado. Pero es una obra que tiene que ver con la vivencia de escuchar música en vivo y es distinta a una obra estática que va a un museo. 


- El surrealismo de Breton habla del automatismo psíquico para expresar el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral ¿funciona así tu trabajo? 

-En el escenario hay algo de eso. Prima lo irracional desde el momento en que uno agarra el pincel. Hay una necesidad o una intención de no analizar demasiado; pero siempre hay una presencia de racionalidad en el trabajo. Si o si arriba del escenario hay una “convulsión” y eso se ve, pero el cerebro está también a full ahí arriba.



- Esos autores de comienzos de siglos proponían una teoría de lo inconsciente y de lo irracional como medio para cambiar la vida, la sociedad, el arte y el hombre… 

-El mundo seguramente se manejo en ese periodo –de las apariciones de las vanguardias- con actitudes absolutamente intelectuales y racionales; y el psicoanálisis emerge en esta etapa. Toda la idea de la vanguardia se dio con la idea de cambiar y mejorar el mundo. Una visión positivista de la vida por eso está dentro del modernismo. El inconsciente no deja de ser más que una parte -importante- de las personas. Es la parte de nos negamos a manifestar. Ahí están nuestras frustraciones. Al mundo creo, no lo cambia el arte. Al mundo no lo cambia nada.



-¿Cómo es tu relación con las redes sociales? 

-Este es un momento maravilloso de difusión. El artista tenía antes sólo la oportunidad de mostrar su trabajo en las galerías o en su taller. Y ahora esa ansiedad de mostrar se va a los dos minutos de terminar un cuadro, porque uno lo sube. Enseguida se reciben devoluciones y así la obra se completa, con esa mirada del otro. Las redes sociales en ese aspecto me encantan. Pero también uno se enreda en las redes porque se puede ver de todo: una cosa maravillosa al lado de otra espantosa. Pero es lo válido, es lo anárquico. Tengo igual a alguien que me maneja las páginas y me ayuda a ordenarme porque también uno no puedo quedarse metido ahí en las redes todo el día.


- Ahora hay una nueva tendencia, la de juntarse en bares para pintar en grupo, se llama “social painting” ¿Qué te parece?
- Estas tendencias tienen que ver con el “arte contemporáneo”. La idea del arte grupal, la “no firma”, lo efímero. Sacar a la obra de esa actitud intocable y hacerla más banal. Me encanta que pase eso. Yo creo que soy un pintor mitad de la Modernidad (por mis cuadros convencionales) pero también tengo una pata en lo contemporáneo, que tiene que ver con la pintura en vivo. Son dos aspectos de mi trabajo y me gusta que convivan. Me encanta que todo el mundo vaya probando porque ¿de dónde si no van a salir las nuevas ideas?



Sobre el pintor: 
Nombre: Hernan Ricaldoni
Fecha y lugar nacimiento: 13 de diciembre de 1975. Ramos Mejía, Buenos Aires.
Estudios. Maestro y profesor en artes visuales.



Premios:
1* premio salón nacional azul. 2012
1'premio interprovincial de pintura 2010. Coronel Dorrego
2*premio salón nacional de dibujo. Tres Arroyos

Los gustos de Hernán:
Un libro: “El amor en los tiempos del cólera” de Gabriel García Márquez
Un grupo de músico o solista: “El rock nacional y la música zurdita; Silvio Rodríguez”
Disco: “Libertinaje” de la Bersuit Vergarabat.
Una canción: “La familia, la iglesia y la propiedad privada”, de Silvio Rodriguez

Una película: “The Wall” de Pink floyd

Una frase: ”La realidad es una construcción aleatoria”

Un hobby: Pensar teorías arbitrarias

Contacto:
Facebook: https://www.facebook.com/hernana.ricaldoni





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